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martes, 29 de junio de 2010

Un funeral de muerte

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'Un funeral de muerte'(2007), de Frank Oz, recupera en parte aquel espíritu de la edad dorada de la comedia inglesa, en la decada de los cincuenta, bajo el auspicio de la productora Ealing, en donde se realizaron señeras obras dirigidas por Charles Crichton, Robert Hamer y, sobre todo, Alexander MacKendrick. Su inicio es brillante. Tras unos títulos de crédito en los que se sigue en un mapa el recorrido de un coche funebre que traslada el cadaver del padre de la familia, al descargar el feretro en la sala de la casa, y abrir la tapa para que uno de los hijos dé su visto bueno; éste se queda con cara de circunstancias, y con gesto consternado aun circunspecto señala que ese no es su padre. Toda la acción transcurre durante el día del sepelio. Concentrando la acción en varios personajes y subtramas, en la que destacan el 'coloque' que sufre Simon (Alan Tudyk) tras tomar accidentalmente unas drogas pensando que era un medicamento. Su comportamiento, carente del control subordinado a las correctas formas, será todo un delirante contraste con la atildada circunspección de los finados, hasta acabar desnudo subido al tejado.
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Una forma de sacar ingenioso uso como gag del desnudo, en cuanto circunstancia transgresora, que hace evocar aquel hilarante momento de 'Un pez llamado Wanda' (1988), de Crichton y John Cleese, en el que Cleese se desnuda al son de una danza improvisada y soltando palabras en ruso , mientras Wanda (Jamie Lee Curtis) le espera en el dormitorio de arriba, y aparece la familia que vive en el piso, incluidos niños. Cleese al verles, se pone precipitadamente una foto sobre sus genitales, sin darse cuenta que es una foto de la esposa.
La otra subtrama ingeniosa es la que respecta a la sorprendente revelación de Peter (Peter Dinklage), un hombre que destaca, o llama la atención más bien del resto de invitados, por dos cosas;, primero que nadie sabe quién es, segundo que es enano. La revelación, como la conducta de Simon, son toda una subversión del apego a las formas y a las apariencias, a la restringida corrección de maneras de conveniencia. Peter revela que era el amante del padre. No tiene desperdicio cuando les enseña a sus dos hijos las fotos de él con el padre con disfraces de romanos en una fiesta, y más, cuando el padre tiene ese prototípico aire de Lord ingles.
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Sí, de su sencillez y discreción de puesta en escena y narrativa Oz hace virtud, logrando que esos contrastes cobren más realce. Puede que no sea en su puesta en escena donde residan sus mejores logros, pero su falta de retórica evita la distracción de esas incisiones dramaturgicas. Y, además, con el valor añadido de una narración sintética que sabe combinar las diversas subtramas sin que se entorpezcan mutuamente. No hay flecos ni desajustes, sino cohesión. La armonia del conjunto prevalece sobre la singularidad de los elementos, de subtramas y personajes, cada una y cada uno dibujados con rasgos precisos. Una virtud que era emblema de aquellas notables, cuando no excelentes, comedias de la Ealing.

En 'Un funeral de muerte' (Death at a funeral, 2007) destacan, en especial, las virtudes del guión de Dean Craig, conducida por una funcional, aunque eficaz, dirección de Frank Oz. Algo ya manifiesto en otras de sus comedias previas, como las apreciables 'Bowfinger' (1999) o 'Un par de seductores'(1988) o 'In and out' (1997). Aun inglés, su anterior obra la había realizado en Estados Unidos, en donde su primera colaboración fue para Jim Henson y 'Los teleñecos'.

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