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jueves, 13 de marzo de 2014

The spectacular now (y What Richard did)

Plantearte una vida en la que no te afecta si decepcionas o fallas a alguien, en la que no te preocupas de si tus actos u omisiones hacen daño a alguien, como de que puedan hacértelo a tí. Fluyes en la superficie, en el espectacular ahora en el que no es relevante el futuro. El presente no es un espacio para construir cimientos. Es medio ambiente volátil, en el que predomina la falta de gravedad de una actitud que prioriza el humor, la sonrisa, la soportable levedad, la levedad que todo lo hace soportable, porque predomina la embriaguez, no la sobriedad que te enfrenta a responsabilidades. No deja de reflejar un miedo a ser adulto, un rechazo a un mundo adulto cuyo horizonte parece gris, inconsistente, dominado por acciones o conocimientos que no tienen sentido o aplicación en la realidad, como aprender sobre ángulos en matemáticas o saber los diferentes tipos de triángulos, un mundo adulto que parece definido por funciones que sólo sirven para sobrevivir, trámites que abocan a una realidad atrapada en ángulos ciegos, una realidad quebradiza, que no certifica certidumbres, seguridad, una realidad en la que a tu padre echaron de tu hogar cuando eras un niño como si te arrojan a un vertedero. Sutter (Miles Teller), el adolescente de 17 años protagonista de 'The spectacular now', de James Ponsoldt, se encuentra en un umbral de su vida, ese en el que debe dar el paso del instituto a la universidad, un paso que significa decisiones, comenzar a asumir responsabilidad, trazar y definir tu vida, tu horizonte, y tu reflejo en ese horizonte, lo que eres. Sutter es alguien en fuga de la realidad. Alguien que constantemente está bebiendo con pajita en algún vaso de papel, como si fuera un niño que no quiere crecer (aunque lo que beba no sea precisamente bebida para niños).
Alguien a quien aún le lastran ciertas pantallas que hacen costra de la percepción de la realidad y de su forma de encararla (como si tuviese que ser la continuación de una embriagadora fantasía en la que el tiempo no exista, un presente continuo). Como su fijación con su exnovia, Cassidy (Brie Larson), la prototípica chica que destaca, y que ahora es novia de la estrella masculino del colegio, el deportista, Marcus (David Okeniyi). La chica con la que no es posible cualquier intento, porque él no tiene en consideración el futuro. La chica que ha idealizado, porque aún está atraído más por el ideal que por lo real (la configuración de su habitación remarca esa condición como de altar, cierta idealización religiosa de un símbolo). Hay una secuencia que refleja esa escisión. Aquella en la que Marcus en principio viene a cuestionarle sus atenciones con Cassidy, pero acaba pidiéndole consejo sobre cómo poder tener más 'gracia', porque él es demasiado serio, para darse cuenta, al final, de que Sutter no es sólo, el chico ocurrente, gracioso, el bufón (frente al 'héroe' que representa Marcus, como si en la realidad hubiera que ajustarse a moldes, y los héroes fueran serios, nunca graciosos, y estos 'secundarios' complementarios en la realidad), como todos le consideran, sino que es una apariencia que ha elegido, una máscara, protectora. Y hay un Sutter más 'denso' que mantiene oculto, en reserva.
Esta densidad se irá imponiendo, apareciendo, gracias a la relación que establece con Aimee (Shailene Woodley), una relación con curso imprevisto, ya que en principio no tiene expectativas, no se preocupa demasiado de las consecuencias de sus atenciones, de si puede hacer daño porque no considera que ella puede engancharse con él, porque en principio la utiliza como instrumento para dar celos a Cassidy. Aimee no parece ajustarse a un modelo deseable, de hecho ni se había percatado de su presencia en el instituto, pero no porque no pueda considerarse atractiva, sino porque ella no se plantea su apariencia, que pueda parecerlo, no se preocupa de su forma de presentarse ante los demas. Es alguien a quien le interesa leer, que no ha tenido ninguna relación aún, que tiene bien claro que quiere trabajar en la Nasa, alguien que afronta todo con una sonrisa, pero es la sonrisa de quien no sabe de vanidades ni dobleces. Alguien que vive en ciertos márgenes, y lo hace de modo desapegado, sin la tensión de buscarse una máscara en la que afirmarse y protegerse. Aimee le enfrentará a lo que él ha rehuido ser. Su naturalidad desarmante hará que vaya desprendiéndose de esa máscara en la que se ha querido ocultar. Resulta sorprendente hasta su actitud generosa, nada susceptible, que no sabe de sentimientos agraviados, incluso cuando tendría razones para mostrarse herida o soltarle unos contundentes reproches.
'The spectacular now', que fue nominada en los Spirits a mejor guión y mejor actriz protagonista, sabe sortear las convenciones de las películas centradas en personajes adolescentes, como también lograba la reciente 'Ventajas de un ser marginado' (2011), de Stephen Chbosky, a la que incluso supera. Y además traza una singladura narrativa, como el mismo giro de interés afectivo de Sutter, de imprevisto curso, por la variación de tono en el último tramo, una densificación dramática que contrasta con la liviandad de tono de sus primeros tramos (una densificación acorde a ese proceso de conocimiento, de revelación, de Sutter: la máscara deja paso al cuerpo, la representación a la emoción). En esta cualidad estructural coincide con otra notable obra, esta producción irlandesa, 'What Richard did' (2012), de Lenny Abrahamson.
En esta la modificación del paisaje dramático es más radical. Durante su primer tercio no parece que haya muchos acontecimientos. Todo parece trivial, corriente. Un chico de 18 años, Richard, viaja con sus amigos a una población de la costa, disfruta de una fiesta en la playa o de gratas reuniones familiares, se queda cautivado con una chica, a la que corteja, hasta que establecen una relación. Es una narración que tampoco se amolda a marcados esquemas genéricos. Y al mismo tiempo te preguntas cuál es su dirección, hasta que tras unos indicios, unos gestos, unas frases, que evidencian la naturaleza remarcadamente celosa de Richard, en una fiesta, por un quítame esas pajas, él y unos amigos acaban golpeando a otro chico que le golpeó a él por sus ostentosas maneras de macho celoso. Y el chico muere, y el relato se transfigura, y sin nunca incurrir en subrayados, ni posibilitar descargas, el relato se va cargando de desazón, aunque más apropiado sería decir que se asfixia el relato hasta que brota el grito desesperado, y sólo queda el aturdimiento de una vida rota.
El giro en 'The spectacular now' no es tan drástico. Y no es una caída en picado, sino un proceso de aprendizaje. Tiene que ver con la confrontación de Sutter con su reflejo adulto, no sólo que ponga en cuestión su actitud en el presente, sino que confronta con lo que puede ser. Conocer, por fin, a su padre, Tmmmy (Kyle Chandler), a quien su madre, Sara (Jenniffer Jason Leigh), no le facilitaba el contacto para conocerle, supone afrontar el reverso de la falta de responsabilidad, la ajenidad, la falta de consideración, un ensimismamiento vital que atropella a los que le rodean. No había sido rechazado por su madre, había abandonado a su familia. En este trayecto final, hay accidentes, pero no adquieren graves consecuencias. Es la correspondencia con ese accidente interior que sufre Sutter y que le hace replantearse radicalmente su perspectiva, su forma de relacionarse con la realidad, con los demás. El ahora deja de ser espectacular, y se transfigura simplemente en el eslabón de otros mañanas que serán otro hoy, y que construirá con quien no sea un modelo en una pantalla deseada sino un espíritu afín que sabe que las elevaciones se propulsan desde el ras del suelo. ) )

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