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domingo, 4 de enero de 2015

24 Actrices 2014

1. Rosamund Pike Ahora sonríe, ahora no. ¿La sonrisa viene antes, o viene después? La actriz que decoraba el encuadre, la actriz que no desentonaba, la actriz de presencia modesta, de fulgor discreto, la actriz sutil pero en segundo plano, en 'Perdida' es la actriz que es y puede ser todas las posibles actrices y mujeres. La sombras se sublevan en la espesura del fulgor discreto. La mirada acuchilla y rasga todas las pantallas y todos los maniquiés y todos los telones y decorados que empantanan con su invisible ámbar esta sociedad de apariencias. Pasarán años hasta que podamos encontrar tal acto subversivo de demolición en una interpretación. Inmensa.
2. Tilda Swinton Y ella se transforma, proteica, como si no tuviera edad, o contuviera todas las edades. Vampira que nos invita a despertar de nuestras entumecidas vidas de extirpada inquietud, en 'Sólo los amantes sobreviven', portavoz roedo del motor de la opresión (siempre habrá uno) que parece, cada vez que aparece, que se acaba de desprender de los rulos, en 'Snowpiercer' y tarta de varios pisos o décadas en forma humana anestesiada en 'El Gran Hotel Budapest'. Tilda siempre embriaga.
3. Marion Cotillard En 'Dos días, una noche'. El rostro de Marion Cotillard dota de una doliente densidad que se extiende como un grito sordo, a través de un sinfonía de matices en la expresión de un cuerpo que parece en un permanente filo de desplomarse, y desistir, de una mirada que es súplica de intemperie que anticipa una negativa, y de gestos que parecen disolverse. Los labios tiemblan, las palabras, que repite a unos y otras, le pesan, y las proyecta como si la gravedad las aplastara. Y EN 'El sueño de Ellis', sigue poniendo velas, sigue luchando por no desaparecer, disolverse, ser expulsada fuera del encuadre, de la sociedad, en los márgenes, donde no se es nada. Su expresión es convulsión de la vida que no quiere convertirse en la inmovilidad de la vida sustraída, apartada.
4. Melisa Sozen En cuanto su presencia, su rostro, adquiere más relevancia en la narración de 'Winter sleep', el relato se densifica, y la piedra de la actitud y mirada del protagonista comienza a resquebrajarse. 'Winter sleep' es el recorrido desde la nuca del protagonista, de su ajenidad, a la mirada doliente de su esposa. Es, por eso, el trayecto de un despertar. En las secuencias finales: Una mirada a un conejo que ha disparado, una mirada desde la distancia al pueblo donde vive, una mirada a su esposa, Nihal (Melisa Sozen), que le mira desde una ventana, la mujer de la que se había distanciado, la mujer que le reprocha que ha convertido su vida en vacío y dolor, sin dejarle un resquicio para que se sienta ella misma. Quizá la distancia vuelva hacerse proximidad.
5. Agata Kulesza Y ella habitaba el vacío antes de arrojarse al vacío. Mujer recluida, que sirve a un Estado gris que recluye. Mujer que se prostituye en una realidad que la corroe como un tumor que la está haciendo desaparecer en una lenta agonía. En 'Ida' es como una Maria Magdalena que grita en silencio mientras agita su melena en un desesperado intento de recuperar a la mujer viva que alguna vez pudo ser. Había desaparecido del encuadre de la vida, y esa desaparición llamea en su mirada.
6.Barbara Lennie 'Magical girl': Cicatrices, habitaciones oscuras, simas, heridas. Quemaduras. En lo real habita Barbara, habitan las heridas que son recuerdos de que nos desplazamos en el tiempo, un trayecto que intentamos maquillar con apariencias, con respuestas que atornillan lo que no está o lo que falta, con espejos que ocultan sus fisuras, con disfraces que disimulan nuestra muerte inminente, en cualquier instante, ahora, cuando menos lo esperes, aunque portes una varita mágica. Y en la también fascinante 'Stella Cadente' (el cine español parece recuperar el aliento de la singularidad) danza en otros espejos donde los tiempos se confunden, porque hay reyes que no son de su tiempo, y su música pertenecía al futuro, porque quizá este país siempre fue una tortuga. Barbara Lennie, monarca y disolución en el universo de la extrañeza.
7. Zhang Yiyi En 'The grandmaster' hay rostros surcados de dorado, que pueden convertirse en ámbar, como esos sentimientos que no se expresaron, esas palabras que no se dijeron, esas acciones que no se realizaron. Y que se revelan cuando ya es demasiado tarde. O quizás el logro sea simplemente revelarlo, aunque confirmes que nunca hubieras sobrepasado la orilla. Quizá esa sea, más allá de todos los combates físicos que supera, su más remarcable hazaña, y su rostro, su mirada, desnuda la exposición y la firmeza del golpe encajado de la decepción.
8. Gwei Lun Mei. El rostro del dolor que abre heridas pero sumerge en la vida. En 'Black coal' es, para el protagonista, la sombra de una herida sin cerrar del pasado. Su expresión se descompone mientras la otra mirada no sólo no sabe verla sino que proyecta otra pantalla sobre ella. Su mirada, como la de un alma en pena, es la mancha de un fulgor entre la sordidez de un entorno que parece dominado por un hielo que se extiende en los cuerpos que lo habitan como una espesura nublada. Sus lágrimas, la constatación de una derrota, las fantasías, la pirotecnia, las norias y los bailes ensimismados, ahogan a lo real. 9.
9 Judi Dench 'Philomena' es una película entre el arte y la confección, entre Judi Dench y Steve Coogan, entre la emoción verdadera, la que sacude, la que respira, y la formula, la programación de resortes dramatúrgicos, como quien hubiera aplicado una tabla de laboratorio de construcción narrativa (a unos hechos reales, además). Judi aporta, rezuma, arte y emoción, carne que duele, emoción que tiembla, arrugas que son lamentos mordidos durante década.
10. Rooney Mara En 'Her' parece que sólo existía la voz de Scarlett Johansson. Casi todas los halagos, no sé si reflejo de ciertos fetichismos eróticos, eran hacia ella. Pero no habría adquirido la densidad emocional el trayecto dramático si hubiera fallado el rostro, o mejor dicho la voz ya ausente, que era raíz de la herida del protagonista. Rooney Mara hacia comprender que el protagonista no se hubiera aún recuperado de esa ruptura, de esa separación, porque se siente seccionado. Las (bellísimas) imágenes, silenciosas, mudas, se incrustan en su presente como un reguero deshilachado de evocaciones que no son sino residuos de una herida que aún impide que sueñe, que duerma. Y en ese pasado, Rooney Mara despliega todo su esplendor (sobre la hierba y donde fuera). En 'Un lugar sin ley' su personaje sufre la separación, la distancia, del amado, y a la vez intenta reconstruir un presente, con un hijo, y en esa escisión, entre esas sombras, su mirada se balancea entre la fragilidad y la firmeza.
11. Olivia Wilde. Su intervención en 'Her' es breve, pero deja huella con un instante que es como el reguero de una herida abierta. Disfruta de una cita a ciegas con el personaje protagonista, pero en un instante su expresión se transforma de la luz a la oscuridad. Una sombra, como un telón, transmuta su expresión de modo radical, cuando comprende que se encuentra ante alguien aún incapaz de establecer una relación real. La intemperie de lo real, del cara a cara, de la mirada que demanda certezas, cimientos sólidos, proyectos que construir, le resultan al protagonista masculino una distancia difícil de superar y cruzar. Y se repliega, como tantos otros en el regazo confortable de la relación virtual, un fantasma que se convierte en refugio e ilusión o espejismo de cura. El rostro de Olivia Wilde se queda al otro lado del espejo, de la pantalla, en ruinas.
12 Luminita Gheorghiu Memorable como la asistente sanitaria en la odisea de hospital en hospital en 'La muerte del sr.Lazarescu' o como la madre del novio de la protagonista en '4 meses, 3 semanas, dos días', en 'Madre e hijo' interpreta a otra madre, que irrumpe en el escenario, en la circunstancia, del accidente como la regidora de una representación teatral. Sea en la comisaria, con los policías, o con el testigo, intenta que nada perjudique a su hijo. Su presencia es como un mazo, como un tanque arrollador. La determinación que no duda, que modela y absorbe a su criatura frankensteiniana, su hijo, acostumbrada a que la realidad se pliegue a sus designios y deseos. Pero la pantalla se quiebra, y lo que califica como su vida, se despedaza, porque el hijo se sale de foco, se libera de su asfixiante amor materno.
13.Berenice Bejo En 'El pasado' es el rostro que se siente arrancado del presente, entre el pasado y el futuro. Parece alguien que no tiene respuesta, superada por una vorágine que parece haberla abocado a un estado de desquiciamiento. Es un rostro que se inclina, porque no logra lidiar con ese peso.
14. Kate Winslet 'Una vida en tres días: Una de las obras más injustamente minusvaloradas de este años, por ese desprecio hacia lo 'sentimental'. En Kate Winslet palpitan las fisuras en el presente de lo no cerrado o curado en el pasado, la raíz de los temblores de su mano, las complicaciones con sus embarazos, una vida que se fue frunciendo como si estuviera impedida para gestar en el sentido más amplio, tanto que fue abandonada. Y se hizo intemperie encerrada. Su expresión delata esa emoción exhausta, ese ánimo ya postrado. Un cuerpo aparcado, unas emociones cortocircuitadas. Hasta que un prófugo de una prisión le libera de su prisión, y resucita a la vida.
15. Emma Stone Hay algún crítico estadounidense que ha cuestionado que los modos interpretativos de Emma Stone no parezcan corresponderse con las de una mujer de su tiempo, pero me parece que eso amplifica la singularidad de ese personaje. Más allá de si es una impostora o no, siempre transpira naturalidad (esa manera de estirar sus piernas sentada en un sofá, o el hecho de que esté leyendo suspendida en un columpio), una mujer desprovista de corsés mentales, una mujer que sabe incluso ser directa con respecto a sus sentimientos, sin miedo a la vergüenza o al rechazo. De nuevo, en 'Birdman', de próximo estreno, evidencia su talento interpretativo con el personaje con más aristas, contendiente que resiste el embate de unos también muy inspirados Edward Norton y Michael Keaton en unas memorables confrontaciones de duetos actorales (particularmente, con Norton) 16.
16. Carey Mulligan En . A propósito de Llewyn Davis', el semblante que parece una emanación de llamas de indignación, como las palabras son brasas que expresan la sanción a la actitud ensimismada del hombre que ama. En un instante, esa severidad deja asomar, levemente, por un fugaz instante, ese sentimiento que él, atrapado en los hielos de su ensimismamiento, ha sido incapaz de advertir. Asoma, fugaz, en el instante en el que él muestra su vulnerabilidad, su desconcierto, su sentimiento de derrota.
17. Emily Blunt. En 'Al filo del mañana', su expresión es convulsión, el forcejeo de lo real, las pesadumbres y heridas del conocimiento. Contrasta con la actitud que niega lo real, protegida en lo virtual, del personaje masculino. Ella es la instructora que le introduce en la convulsión de lo real, el cuerpo con magulladuras, el cuerpo exhausto, el cuerpo que se agita, la mirada que desespera, la mirada que se ensombrece porque encaja las decepciones unas tras otras, la mirada firme que se embarra, y aprieta la mirada cuando duele.
18. Jasmine Trinca. En 'Miel' es La mirada que no desfallece, ahora en lucha contra el gesto cansado del hombre que pide que acaben con su vida porque ya no encuentra incentivo, ese cansancio que también pugna en el interior en ella, las junturas resentidas del impulso vital causadas por las relaciones insatisfactorias, relaciones que no se definen, como si los cuerpos sólo se entrevieran en la distancia aunque palpen sus poros. Irene escucha su música, mira al cielo, y mantiene su mirada encendida, aunque sea difícil, a veces imposible, contrarrestar los cansancios que provocan las decepciones de la vida. La narración se propulsa, se mece, sobre las mareas que vibran en el incendio que alienta la subyugante mirada de Irene, el incendio de la miel.
19. Felicity Jones. 'The invisible woman'. Un gesto lento, pausado, con una expresión que palpita de sombras que anhelan ser luz, una mirada que da pasos en la oscuridad con el temor de ser arrojada al vacío y no ser acogida en brazos por la luz, la mirada de la enamorada. Y aquella interrogante colisiona con la respuesta de quien no lo cree, de quien se repliega en su derrota, y sume en las sombras a la mirada que aportó luz a su existencia. Y las grandes esperanzas se tornaron tinieblas y abismo, un limbo entre la vida y la muerte que es condena, donde permanecen cautivas Nelly o Miss Havisham. En el futuro, en el presente que evoca un pasado, palpita entre las arrugas de su mirada, la raíz extirpada que la convirtió en mujer invisible.
20. Kristin Scott Thomas. En 'Antes del frío invierno' es la mirada que se sacude, como si hubiera permanecido durante años en una estanteria, y se percata de que se está distanciando, aún más, saliendo del encuadre de su apoltronada vida, la mirada de tu marido, la mirada que te ha sepultado en vida, la mirada que te tiene arrinconada, que ya no comparte nada contigo, que calla sus emociones, porque, lo va advirtiendo, ya es para él pasado, lo que eras, una vida de mordazas y de resortes. Y esa mirada empieza a sacudirse dentro del encuadre, lentamente, para no desaparecer del todo en su rincón apagado.
21. Asgrid Berges Frisbey. En 'Orígenes' es el flujo de lo imprevisible. Belleza de cara lavada, piel que parece despertar, como si se conjugaran aún la niña y la mujer. Es un cuerpo que parece fugarse hacia otras dimensiones, donde vibran las incógnitas, y las conexiones sorprendentes, excepcionales, un magia que no sabes si tiene truco aunque te haga sentir que no lo hay, y a la vez en su desnudez se despliega el temblor de lo real, la niña que aún juega, el cuerpo que no sabe de escondites.
22. Jessica Chastain En 'La desaparición de Eleanor Rigby' dota de relieve a alguien con nombre de una canción sobre soledades, alguien que ha perdido el paso, que perdió la música en su vida, porque una ola irrumpió y arrancó parte de sus entrañas. Cuando brota la sonrisa, es un cuerpo que amanece, un puerto que abre sus emociones. En 'Miss Julie' logra sortear los riesgos del histrionismo, y en 'Interstellar' es mujer y niña al mismo tiempo, el peso de una espera, la liberación de unas llamas, la mirada firme que persevera y desafía al tiempo.
23. Zao Thao. En 'Un toque de violencia', la mirada tras el cristal, que resiste el embate de las serpientes con forma humana tras el otro lado de la vitrina. La mirada insurgente, que no se deja arrollar más en la sucesión de desprecios y humillaciones porque es sólo una recepcionista, y otra mujer más, un mero cuerpo que poder utilizar cuando se desee.
24. Greta Gerwig. Y, en 'Frances Ha', ella danza. Su cuerpo es danza, sus emociones no dejan de dar saltos y cabriolas, a veces se cae, a veces pierda el paso, a veces se precipita, a veces se propulsa con su arrollador aliento de vida. Y su danza, aún en los momentos que son tropiezos, no parece dejar de sonreir, aunque a veces las comisuras se resientan.

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