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jueves, 12 de abril de 2012

Grimm y las carencias del reciente cine fantástico


El panorama del género fantástico, o del terror, resulta no sólo escaso en obras magistrales (con obras de Alfredsson, Kurosawa o Fincher como distinguidos islotes), sino desolador. Hasta el gran John Carpenter parece infectado por ese virus de rutina expresiva genealizada (combinada con cierta pretenciosidad) con su última obra, 'The ward'. Al enos surgen estimulantes propuestas en la producción televisiva como 'Grimm', en la que el protagonista, policía de profesión, con apellido tan literario, descubre que sus antepasados no sólo se inspiraron en criaturas que conocieron sino que se dedicaron a cazarlas, labor que él parece haber heredado ( dado que tiene la capacidad de ver el auténtico rostro bajo el humano). No pretende ser una propuesta rompedora, ni renovadora, ni tampoco es portadora de una remarcable complejidad, como por ejemplo en su acercamiento al cuento de Perrault, 'Caperucita roja' que realizó Neil Jordan, con la complicidad de Angela Carter, en a cautivadora relectura de 'En compañía de lobos' (1984). En unos tiempos de confusión, en el género en e que no se sabe que hacer con las convenciones a la vez que parece que resulta dificil encontrar otras miradas o planteamientos, da gusto encontrarse con una serie que simplemente juega con de modo hábil, y con un agudo sentido del humor (con el personaje de colaborador de Grimm, lobo camuflado reconvertido que trabaja de relojero), con unos patrones tipológicos y narrativos, y actualiza con ingenio unos relatos bien conocidos, las obras de los hermanos Grimm (desde luego hasta ahora, con los catorce primeros episodios de esta primera temporada). Afortunadamentese desprende de esa pretenciosidad que antes citaba combinada con cierta rutina, como denotan, por ejemplo, dos poco afortunados,od iscretos,intento de recuperar el relato gótico de ghot story como 'La dama de negro' o (a estrenar la próxima semana) 'Los misterios de Rookford' (2011) de Nick Murphy. No carecen de algún plano turbador, de alguna secuencia inquietante, y hasta brillante, de una caligrafia sugerente y unos espacios atractivos, pero en conjunto se revelan como esforzados sucedaneo, un tanto deslavazados, desorientado entre vericuetos de guión o situaciones e imagenes ya tipo que parecen celdas que apresan la inventiva, y que lastran un viaje que parece tener poco equipaje dramático y nodigamos simbólico. Algo que afecta también a la de Carpenter, agravado porque se centra en un espacio como un manicomio, cuya resolución argumental (cuando todas las piezas se cierra con la aspiración de sorprender a espectador, como si ya no quedara más que el alarde del truco), desvirtua los aciertos puntuales de alguna secuencia que recuerda el talento excepcional de Carpenter, aquí un tanto minimizado. O lo mismo para 'Intruders' de Juan Carlos Fresnadillo, también extraviado en la pretenciosidad, que al unirse las piezas ( no eran dos narraciones paralela s en dos espacios en un mismo tiempo sino en dos tiempos), que tras jugar con las expectativas y una permanente suspensión de una amenaza en esta nueva fábula de El hombre del saco desvela al final que de nuevo parece que importara ante todo el alarde del truco, el mostrar al espectador que las cosa no son lo que pensaba. Las situaciones también ya más que vistas en obras anteriores, a veces confeccionadas con eficacia, en otras presas de una mecánica ya más que desgastada, se ven infectadas por esa supeditación a los juegos estructurales despreciando lo más elemental, el crear atmósferas turbadoras con la pertinente graduación y continuidad ( no a base de retales, o sugestivos fragmentos inconexos). Parece que cuesta combinar la complejidad de un subtexto con la fisicidad de la mera acción terrorifica. Porque lo primero se queda en complicado retruecano un tanto hueco, y lo segundo la más o menos aplicada observación de un trámite de convenciones. Y esto sin entrar en los deterioros de un cine obnubilado por la atracción de la degradación, la crueldad, la mutilación. No sólo obras de saldo como la serie de obras de Saw sino inanides autocomplacientes cmo A l' interieur (2007), de Bustillo y Maury, por no hablar de otros espantos franceses, u orientale caso de 'I saw the devil'. Encontrarse con una serie sin pretenciosidades como 'Grimm' reconclia con un maltratado género

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