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jueves, 12 de abril de 2012

Ben Johnson, el jinete de la integridad

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Se dice que Marlon Brando, durante el rodaje de 'El rostro impenetrable' (1960), estudiaba el estilo de Ben Johnson, a ver si lograba emular sus sutiles recursos interpretativos. Ben Johnson poseía aquella excepcional gracia de poseer el carisma de una presencia. Aquella sonrisa en su mirada, ya en sus primeras colaboraciones con John Ford, que transmitía campechanía, desapego e integridad. Nobleza, como si fuera extensión de tantos caballos que montó, como jinete de rodeo, en lo que sería campeón en 1953, o especialista en el cine. Su entrada en el cine fue debida a Howard Hughes que le contrató, tras que comprara algunos caballos del rancho posesión de su padre en Oklahoma, para que trasladara unos caballos desde Arizona a California, para el rodaje de 'The outlaw' (1943). Johnson trabajaría como domador de caballos, o sería especialista o doble como jinete de actores como John Wayne o James Stewart. John Ford le contrataría para ser el doble en esas lides de Henry Fonda en 'Fort Apache'. Pero tuvo lugar un acontecimiento que cambiaría su vida. A Ford le impresión su capacidad resolutiva cuando logró detener y calmar a unos caballos desbocados que tiraban de una caravana en la que iban tres hombres. Le ofreció la posibilidad de elegir una recompensa,a lo que Johnson replicó que lo sería que le contratara de nuevo como especialista, o que le diera algún pequeño papel. Ford le ofreció un contrato de siete años. Ese mismo año interpretaría un pequeño papel en 'Tres padrinos' (1948), así como influiría para que protagonizara 'El gran gorila' (1949), de Ernest B Schoedack. Y ya le daría un papel de más enjundia en 'La legión invencible (1949), como el capitán Tyree. Junto a Harry Carrey formaría un singular duo en otras dos excelentes obras de Ford, primero como soldados de caballeria en 'Río Grande', en la que memorables son sus cabalgadas, y después, con mayor protagonismo, como guías en 'Caravana de paz' (1950). Parece que hubo algún roce entre Ford y Johnson que determinó que no volvieran a colaborar juntos hasta 'EL gran combate' (1964), en la que de nuevo Johnson y Carey encarnan a dos soldados de caballería. Hay quien apunta que la razón es que el agente de Johnson exigió un aumento de emolumentos, y Ford pensó que era idea del propio Johnson, cuando no era así, por lo que, aunque mantuvieran la amistad, optó por no contratarle durante esos catorce años siguientes. No fue pródiga en títulos la carrera de Johnson en esta década.Incluso, se centró de nuevo en el rodeo en 1953, aunque pocos años después retornaría. En esta década, destacaría una secundaría aparición en 'Raíces profundas'. Hasta su participación como cómplice del personaje de Brando en 'El rostro impenetrable' (1960) realizó intervenciones en series de televisión y obras cinematográficas poco revelantes. En los 60 comenzó su colaboración con Sam Peckinpah, en 'Mayor Dundee' (1964), 'Grupo salvaje' (1969), como uno de sus integrantes, hermano del personaje de Warren Oates, 'Junior Bonner' (1972) y 'La huida' (1972), en la que demostró que esa radiante sonrisa de sus ojos podía estar sutilmente envenenada por el solapado brillo de la traición. En 1971, tras mostrarse muy reticente a interpretar el papel, y en lo que tuvo que intervenir Ford para convencerle, creó una de sus más antológicas interpretaciones ( y uno de esos personajes excepcionales que dejan una huella indeleble) como Sam 'The lion' en 'La última sesión' de Peter Boganovich, reflejo de una integridad que empezaba a ser, como la de los personajes de Peckinpah último vestigio de un pasado que tenía ya casi más la condición de mito. Su muerte (en fuera de campo) deja un vacio irreparable, como el de ese viento que arrastra los matorrales por las desiertas y polvorientas calles del pueblo. En 1976, crearía otro gran personaje de esa estirpe, y con una inolvidable y conmovedora secuencia fúnebre (el último suspiro del ultimo gran jinete) en la entrañable 'Muerde la bala' (1976), de Richard Brooks. En el otro extremo, más siniestro es Purvis, el inclemente agente que persigue a los gangsters en la más notable obra de John Millus, 'Dillinger' (1973). No dejaría de trabajar hasta 1996, año en el que fallecería, acon 77 años, cuando visitaba a su madre, de 96 años. Otra obras destcables hasta entonces, 'Destino fatal' (1975), de Robert Aldrich o 'El tren del terror' (1980), de Roger Spottiswoode. Estuvo casado, desde 1941, 53 años con Carol Elaine Jones, hasta la muerte de ella en 1994.

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