Breve fue la carrera cinematográfica de la tejana Sharon Tate porque su vida se vio trágicamente interrumpida cuando fue asesinada, embarazada, con 26 años (junto a otros invitados a su casa), por miembros de la secta que lideraba Charles Manson. Comenzó con pequeños papeles en obras como 'Camas separadas' (1963) de Arthur Hiller o 'The sandpiper' (1965) de Vincente Minelli, e interviniendo en varios episodios de 'Los Berverly ricos'. Protagonizaría la notable y última obra de Alexander MacKendrick, No hagan olas' (1967), y alcanzó notoriedad con 'El baile de los vampiros' (1967), con cuyo director, Roman Polanski, comenzaría una relación que derivó en matrimonio. Aparte de intervenir en la segunda película sobre Matt Helm, que encarnaba Dean Martin, dirigidos por Phil Karlsson en 'La mansión de los siete placeres' (1969), tendría un papel destacado en 'El valle de las muñecas' (1967), de Mark Robson
No era una gran actriz, pero la cámara la quería, tenía ángel. No sólo estaba embarazada cuando fue vilmente asesinada, sino que cumplía su octavo mes encinta.
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