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domingo, 21 de noviembre de 2010

La mujer de todos

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Gaby (Isa Miranda) se ha convertido en un símbolo, en un icono, es la mujer que enamora a todos, o como refleja el mismo título de esta excelsa obra, 'La mujer de todos' (1934), de Max Ophuls. La primera imagen es la del disco en la que se le oye cantar en una de las estrofas esa 'representación' en la que se ha convertido. Pero no sólo en representación sublimada sino también como objeto de negocio, como bien ejemplifican los dos movimientos de cámara que Ophuls realiza del disco tanto al productor como al agente en pleno proceso de negociación. En estas primeras secuencias Gaby es una figura ausente; somos testigos de la gestión mercantil y publicitaria de su imagen, como la que está presta a imprimirse en las rotativas. Su primera aparición es su cuerpo también 'ausente', porque su agente la encuentra en su dormitorio tras intentar suicidarse. Ya en el quirófano cuando la anestesien, se nos narrará, como si fuera un vértigo de recuerdos, quién es realmente Isa tras su imagen, o cómo tras el icono sublimado cuál es el cuerpo doliente. Porque la tragedía de Isa es que ser la mujer que enamora a todos no ha supuesto más que desgracias en su vida. Se ha mencionado en algún caso, de nuevo equivocadamente, como se hizo con Lola Montes o con Lulu, que es una femme fatale. Hay un detalle anecdótico que la asocia con Lulu, en ambas, bajo sus ropas, se perfilan sus pechos; son personajes sin corsés (en su sentido amplio). En ambas, en distintos casos, amenaza o condiciona el estigma de la verguenza, de la estigmatizada imagen (reflejo del rígido entorno). Pero a diferencia de Lulu, Gaby vive sus desgraciados trances con desesperación.
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Ya es manifiesto en la primera secuencia de su evocación, como chica de un coro (primer detalle que la distingue del resto; mientras el resto de las chicas se conduce de modo extrovertido, ella parece ausente, embargada por algún pesar o preocupación; corroborado cuando les notifican que el director del coro se ha marchado del país, y ella se desmaya. Elipsis: plano del rostro del director del colegio reprobándola por la verguenza que implica que ella ha sido la causa de esa marcha, de un hombre además casado; corte a largo plano de ella, además en plano abierto que hace sentir su desamparo, explicando que no hubo nada entre ellos, lo único que tuvo lugar fue la declaración amorosa del director del coro. En la siguiente secuencia, es reprobada por su padre. La secuencia es introducida por primeros planos de la familia ante la mesa, pero la reprimenda se oirá fuera de plano (discusión en otra habitación entre el padre y la otra hija), mientras vemos en plano largo, en el pasillo, como Miranda da de comer al perro al fondo del mismo. Posteriormente, cautivará a Nanni, un joven que se ha peleado ante ella con otros jóvenes que han expresado desprecio hacia ella. Gaby se encuentra cuidando las plantas en el jardín y es testigo de esa discusión (sin oirla) más allá del significativo y premonitorio espacio interpuesto de la verja de la finca. Invitada, junto a su hermana, a una fiesta a casa de Nanni, un baile con éste ( narrados con vertiginosos travellings) ya expresa el sentimiento que se gesta entre ambos. Aunque del mismo modo que él no explica a qué es debida esa cicatriz en su rostro, su 'acercamiento' se interrumpirá cuando él viaje. Gaby se convertirá en señorita, o más bien amiga, de compañía de la madre de Nanni, Alma, mujer que por problemas de salud tiene que estar casi siempre postrada.
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Hacía mención a que la obra se abre con la imagen de un disco, o lo que representa la música (de los sentimientos, de lo sublimado). Gaby asiste a una representació de opera con el marido, también de nombre Nanni (Memo Benassi). En el dormitorio de Alma, esta tumbada en la cama, ambos narran, emocionados, los pasajes de esa opera. Es admirable cómo por gestos y miradas se va insinuando la pasión que está naciendo en ambos acompasada a su relato y que culmina ( tras un plano en que sus figuras están ocultas a Alma tras los cortinajes de la cama) con un impetuoso amago de beso de Nanni hacia Gaby.Varias secuencias después, cuando Alma empieza a intuir esa atracción mutua, y ambos están en el jardín, comienza a llamarles con desesperación, y se dirige en su silla de ruedas por el pasillo (travellings que sólo encuadran su sombra), hasta que accidentalmente se precipita por las escaleras con su silla. Gaby al volver del jardín y ver lo que ha sucedido, sube a la habitación, y no sólo apaga sino que rompe la radio en la que suena la música, diciendo '¡No quiero más ésto!'. La pasión entre ambos, por mucho que sigan juntos (eliptizado el paso del tiempo con imágenes de las postales de lugares a donde han decidido viajar para infructuosamente olvidar ese dolor), ya está dañada. Una distancia entre ambos ya anunciada en aquella secuencia previa en la que, antes de reunirse con Alma sentada en la entrada del jardín, conversan él desde su coche, llegando a la mansión, y ella en el bote en el río (en travellings paralelos). Cuando vuelven a la mansión, para ella es insoportable el recuerdo ( incluso cree oir los acordes de la música que sonaba la noche de la muerte de Alma).
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Más asombrosos usos expresivos de los travellings: el que recorre la larga mesa del comité de empresa hasta Nanni, cuando se encuentra en entredicho la gestión de la empresa; entremedias, recibe la llamada de Gaby, desde una estación, diciéndole que el dolor supera la pasión y que tiene que abandonarlo; la secuencia se cierra con un travelling inverso, de retroceso, desde Nanni, ya sólo en la mesa (después, a través de los periódicos leeremos que ingresó en la carcel por malversación de fondos). Posteriormente, es bellísmo el travelling sinuoso sobre Nanni en el hall del teatro admirando, con expresión desolada, los signos del triunfo de la mujer amada ( el cartel de 'La mujer de todos'). La imagen de Gaby de nuevo se verá en entredicho cuando, tras que Nanni al salir del teatro sea atropellado, un periódico ( que irónicamente se llama 'La verdad') busque escándalo acusando a Gaby de haber sido la causante de la caída en desgracia de Nanni (ejemplo de nuevo de que la denominación femme fatale es calificativo creado por la tendenciosa mentalidad rígida). El último trance que remata la desesperación vital de Gaby es tomar consciencia de que hubiera podido ser su vida distinta si Nanni hijo como le reconoce él hubiera tenido el valor suficiente para declarar en su juventud su amor hacia ella. Pero ya es demasiado tarde, porque él ahora está casado precisamente con la hermana de ella (es admirable, como en se segundo plano, en las secuencias iniciales se insinuaba la atracción de ésta por Nanni hijo). El último plano es tan desolador como bello ( otra muestra del inmenso talento de este cineasta). Tras saberse que Gaby ha muerto en la mesa del quirófano las rotativas que imprimían su imagen se detienen. La fatalidad de Gaby fue ser una imagen sublimada o estigmatizada.
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‎'La mujer de todos' (La signora di tutti, 1934), es otra asombrosa obra maestra de Max Ophuls que adapta una novela de Salvator Gotta. Un deslumbrante alarde de ingenio expresivo con una puesta en escena de un modernidad portentosa en el uso de los movimientos de cámara ( nadie como él les ha dado tal altura expresiva) o las elipsis, o encadenados entre planos dentro de una misma secuencia. Y es otra afilada reflexión sobre la lacerante escisión entre representación y realidad, la sublimación de la imagen y las agitadas mareas de los sentimientos.

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