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martes, 12 de enero de 2010

El amigo americano

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El marco en el que sostienes la pintura de tu vida se puede desestabilizar, y ya no te desplazas por la vida como quien sabe cuáles son sus pasos. Ahora son otros, e incluso no son propios. Tus movimientos son de extravío, de figura en fuga que no sabe a dónde se dirige. El miedo abre fisuras en el cuadro, e inmoviliza. No hay que tener miedo al miedo. Porque sino dispara sobre las sombras en las que se han convertido tu vida. Jonathan (Bruno Ganz) es un enmarcador. Sobre su duda pende la amenaza de un diagnóstico fatal sobre su salud. Lo que es fatal es un gesto de negación, el no aceptar el saludo de Ripley(Dennis Hopper). No le da la mano, al que trafica con pinturas falsificadas. Y Ripley falsifica su diagnóstico. Y Jonathan piensa que su enfermedad es mortal, y tiene los días contados. Y acepta realizar unos crimenes por dinero. Muertes en movimiento, porque son en metro o en tren, que son falso desplazamiento. Una ilusoria inmovilidad que le lleva a un fatal final que no estaba realmente anunciado. O quizás sí, cuando aceptó romper el marco de su vida.

'El amigo americano' (1977), una de las obras mayores de Wim Wenders, con Bruno Ganz y Dennis Hopper, es una libre adaptación de una obra de Patricia Highsmith. Destaca la fotografía de Robby Muller que retrata una urbe inhospita, transfigurada como un escenario desapacible, como si ya le dominara la intemperie. Sin olvidar la intervención de cineastas norteamericanos, en breves papeles, como Nicholas Ray o Samuel Fuller, o europeos, como Daniel Schmid y Peter Lilienthal ( en papel de víctimas) o Jean Eutache en una tierna secuencia. Un diálogo implicito entre el cine norteamericano y su influencia y anulación, a un mismo tiempo, y el europeo buscando su lugar.

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