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viernes, 19 de diciembre de 2014

Invencible (Unbroken)

Antes de que nos invadiera el anglicismo spoilear y desterrara de nuestro vocabulario a la expresión 'destripar una película', hubo ya otros que se montaron su adosado en nuestra lengua, como standard. 'Invencible' (Unbroken, 2014), de Angelina Jolie, es una película standard, una película que se parece a muchas otras películas, y que habla con el lenguaje más corriente y habitual, tanto que parece otro producto en serie, una salchicha de celuloide con ningún sabor, sino algo sintético de tanto uso que se la ha dado, por muy pulida y lacada que sea su apariencia. Es como una de esas canciones que se denominaban ligeras, y se siguen denominando, porque son calcos igual de impersonales los que encuentran difusión masiva en programas de Operación triunfo como hace cuatro décadas en Gente joven. 'Invencible' es de esa estirpe ligera, por liviana e insustancial, aunque tenga sus pretensiones transcendentales e ínfulas ejemplarizantes. De hecho, se arroga la invocación a otro standard, una de las ficciones que más ha perdurado en las pantallas mentales, la entidad divina, que para más suficiencia no se dota de nombre singular como si fuera el único por llamarse Dios. De hecho, el protagonista, Louie Zamperini (excelente Jack O'Connell), sirvió a Dios durante su larga existencia por el mero hecho de seguir vivo. No era muy creyente desde niño, de hecho hasta se creía nada pero, del mismo modo que se convirtió en un gran atleta, capaz de romper records, por la insistencia de su hermano en convencerle de su excepcionalidad, en una de las múltiples situaciones adversas que padeció en su vía crucis durante la segunda guerra mundial suplicó a esa entidad abstracta que si sobrevivía le serviría como su voluntad dispusiera (como si fuera su entrenador también, pero a gran escala de influencia). Y los dados, en esa ocasión, fueron favorables. Y se lo creyó a pie juntillas.
No es casual que el otro personaje de la tripulación que cobra más relevancia, el piloto, Phil (Domhnall Gleeson), sea un devoto practicante católico que reza a esa entidad abstracta en todo momento. Si hay algo que el ser humano parece no afrontar esa la aleatoriedad, o no lograr convivir con interrogantes no resueltas, o sea, la incertidumbre y lo imprevisto, y aún hoy recurre a estas entidades divinas, siempre justificando si unos destinos son más desgraciados o afortunados en la condición enigmática de los planes de esa entidad abstracta (eso es ser convincente guionista; dejas flecos sueltos que serán resueltos en un capítulo, el de después de la muerte, que no sabemos si existirá, pero es mejor que pensar que sí para no pensar en las inconsistencias de nuestros actos y en lo que estúpidamente aceptamos). Pero ante todo, Zamperini, es el modelo de una voluntad firme, inquebrantable. Un Jesucristo combinado con Sansón. De hecho, más que invencible, el título original se podría traducir como inquebrantable. Supera toda adversidad que padece, un accidente de aviación, sobrevivir un mes y medio sobre una balsa en el océano, y su estancia en campos de concentración japoneses, en los que sufrió una humillación personalizada, por lo tanto más intensiva que al resto de sus compañeros de penalidades, por parte de un comandante de campo de concentración, 'El pájaro' Watababe (Miyavi) que sentía complejo de inferioridad por la superioridad de Louie como atleta en las últimas olimpiadas, y frustración añadida por no haber logrado ser oficial y, en cambio, ser un mero cabo. Esta sucesión de vía crucis, de suma de aberrantes y crueles humillaciones (por ejemplo,el castigo de tener que ser golpeado en el rostro por cada uno de los prisioneros del campo de concentración), sólo sirve para demostrar que no hay nada que no pueda resistir ni superar frente a quienes al fin y al cabo sufren de envidia.
No deja de ser curioso que ahora el mal tenga rostro oriental, en concreto el norcoreano, con la reciente amenaza de acciones violentas en las salas de exhibición estadounidenses si no se retiraba de la distribución la película 'The interview', a lo que El estudio Sony se ha plegado. 'Invencible', como esa otra indigestión de ínfulas de representación de la voluntad divina (la única cierta), 'Exodus' (2014), de Ridley Scott, se constituye en emisaria de un aleccionador sermón capcioso, en el que el Otro es una amenaza. Y sus recursos dramáticos y narrativos son los más standards, expresado con muy buena letra, ya que Jolie es muy aplicada alumna de la gramática más convencional, porque esos son los resortes que mejor llegarán al mayor número de mentes que entiendan el elemental y tendencioso alfabeto conceptual. Tampoco destripo nada si digo que el protagonista supera todas las adversidades. Murió con 97 años este mismo año. Casi tanta vida como los rancios standards de los que se sirve la película como una música ya rayada (excepto los tumores religioso divinos que hace mucho tiempo arraigaron en nuestras obtusas limitaciones)

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