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sábado, 17 de agosto de 2013

Traición

 photo OIR_resizeraspx2_zps159d1937.jpg Acudes al médico para que hagan una revisión de tu corazón, y te lo retuercen figuradamente cuando la doctora te informa de que tu esposa mantiene una relación con su esposo. Tu corazón no está para electrodos ni chequeos después de que lo hayan electrocutado con esas palabras. Estás en una parada de autobús, pero decides no esperar más, y cuando te alejas, a tu espalda, un coche se estrella contra la marquesina, atropellando a las personas que aún esperaban, matando a tres de ellas. La vida está repleta de accidentes. Esperas que pase de nuevo el autobús de la línea que te acerca a tu casa, y un coche te arrolla. Esperas que sea un nuevo día de convivencia con tu pareja,y te enteras de que tiene otra parada donde estaciona, no eres la única línea de autobús que espera. Hay otro cuerpo que desea, quizá más que a ti. El escenario de tu vida puede variar cuando menos lo esperas. No sabes cuándo puedes ser o sentirte tú la víctima, o cuando te salvarás por los pelos, o cuando ser tú el causante de un accidente.  photo OIR_resizeraspx_zpsdd38d3a8.jpg Así es el comienzo de la excelente producción rusa 'Traición' (Izmena, 2012), de Kirill Serebrennikov. Asienta ya la sensación de qué cualquier cosa puede ocurrir. Su recorrido es incierto, sinuoso. Como ese coche que irrumpe en el encuadre, no sabes lo que deparará el próximo encuadre, la próxima decisión de los personajes. No sabes lo que puedes esperar. El curso de la narración, como de la vida, es una incógnita, porque siempre habrá reacciones nuestras que nos sorprendan a nosotros mismos, porque varía el escenario, incluso radicalmente, cuando menos lo esperas. El paciente y la doctora, sin nombre (encarnados por Dejan Lilic y Franziska Petri) se citan varias veces, recorren los escenarios que son significativos para los amantes, dónde se conocieron, en un parque, junto a unas estatuas de ciervos con cuerpos transparentes, o la habitación donde follan. Incluso, testigos, en la habitación de arriba, observan a través del balcón cómo follan asomados, a su vez, en su balcón.  photo OIR_resizeraspx5_zpsbbf7d520.jpg En un momento o escenario de tu vida, eres aquel que se siente agraviado, dolido, despechado, por lo que consideras una traición. Ritualizas ese dolor, buscas su ángulo como si eso te alejara de tu dolor, te afeitas el rostro como hace tu esposo, recorres sus espacios como si captaras lo que sienten, lo que ya has perdido, lo que creías sentir y ahora descubres como espejismo. Pero los escenarios se modifican, y puedes convertirte tú en aquel que realiza esa acción que otro, agraviado,dolido, despechado, considera una traición. A veces los accidentes pueden causar víctimas mortales. Y los sentimientos sufren averías, que causan graves accidentes. A veces, pensamos que la mejor manera de arreglar la avería es eliminar lo que piensas que ha causado tu trastorno, tu cortocircuito. Generalmente, dentro del canon de dramaturgias sentimentales, quien ha deslucido tu sueño, quien ha quebrado tu estabilidad, quien ya enfoca hacia otro u otra. Si te arrollan, no queda otra que arrollarle también.  photo OIR_resizeraspx3_zpse139f2bc.jpg  photo OWcU643_zpse21ed8cc.jpg La narración deja sus flecos sueltos, interrogantes, cuyas respuestas quedan insinuadas, o en suspenso, sin resolver. ¿Cuál es el frágil límite entre el deseo y el acto? Deseas la muerte de quien sientes ha herido tus sentimientos, te precipitas en la rabia y la frustración te ofusca, y quizás seas capaz en un arrebato de realizar lo que no creías capaz. Quizá. Porque hay accidentes en la vida. Las personas pueden caer al vacío, no porque las empujen, sino porque ceda la verja en la que se apoyan, o porque son imprudentes. La vida puede parecer un turbio sueño, o una paradoja que a veces sangra. Tus dientes se apretaban con la furia años atrás, y ahora tus actos provocan que los hagan los de otros. Te sientes el centro de un escenario, pero este puede variar radicalmente, y tu posición en él. O desaparecer, por accidente, del modo más grotesco.  photo 2_zpsdc84b4b2.jpg El estilo de 'Izmena' puede evocar, por el uso del formato panorámico, de la profundidad de campo, de la cámara móvil, y los planos largos, a los de ciertas películas rumanas, aunque su tonalidad tienda más a la abstracción, a la extrañeza. Su último tramo ¿ acaece años después o en un presente alternativo,cual enigmática variante especular o reflejo mordaz?. Desde luego, la obra se revela como un singular inmersión en la confusión y el arbitrio de los sentimientos y de nuestras actitudes y decisiones y reacciones, actores ofuscados con un libreto que modifica nuestros papeles, caballitos en un tiovivo que no controlamos. Figuras suspendidas, moldeables y vacías, como esas estatuas de ciervos de cuerpos transparentes, en un paisaje tan artificial como accidentado.

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