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miércoles, 28 de agosto de 2013
Ingrid Bergman, la niña que no fue cantante de opera
Ingrid Bergman o una mantecada con guitarra. Sus padres le pusieron su nombre por la princesa Ingrid de Suecia nacida cinco años antes. La madre, alemana, murió cuando tenía tres años. El sueño del padre, fotógrafo, era que su hija se convirtiera en cantante de opera, por lo que hizo que tomara lecciones de canto durante tres años. Aunque ella ya tenía claro desde corta edad que quería ser actriz. Montaba, vestida con la ropa de su madre, escenificaciones en el estudio de su padre, quien la grabó, con su cámara, cada cumpleaños, hasta que falleció cuando ella tenía trece años. Ingrid fue a vivir con su tía, aunque esta fallecería seis meses después a causa de una enfermedad coronaria. En 1926, con once años, otra tía le dijo que tenía ancestros judios por parte de madre, pero que, dado los tiempos que se 'cocían', mejor no lo pregonara. Con 17 logró una plaza en la Real Academia de Teatro dramático. Aunque lo usual era que las alumnas tuvieran que esperar tres años para debutar en los escenarios, ella lo consiguió al de pocos meses.
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