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lunes, 9 de julio de 2012

La gran amenaza

Photobucket 'La gran amenaza' (Walk a crooked mile, 1948), de Gordon Douglas, coincide con 'La brigada suicida' (T-Men, 1947), de Anthony Mann, en compartir protagonista, Dennis O'Keefe y en pertenecer a la vertiente 'procedural' dentro de las coordenadas del film noir. Aunque, en sustancia, ambas son anverso y reverso, una lo es en abismo, la otra en superficie. Una, la de Mann. transgrede, y cuestiona, desde su interior, certidumbres y límites. La otra, la de Douglas, se ajusta y aplica al 'ceñudo'patrón de película de propaganda. 'La gran amenaza' a la que alude el título español no es otra que el comunismo, en concreto, las 'células' secretas de los grupos comunistas en el interior del país. En cierta medida, aplica los modos de la película fundacional de esta modalidad procedural, la notable 'La casa de la calle 42' (1945), de Henry Hathaway, reemplazando a los nazis por los comunistas. Utiliza, incluso, la misma voz, la de Reed Hadley, para narrar los hechos, o los procesos de la investigación que realiza el agente del FBI, O'Hara (O'Keefe), con la ayuda de un inspector de Scotland Yard, Grayson (Louis Hayward) para averiguar quién es el científico, de un laboratorio de investigación de energía nuclear, que está facilitando importantes formulas, que se sacan del país inscritas, con una materia sólo visible con luz ultravioleta, en pinturas. La película, sin disimulo, se presenta como una loa a quienes luchan por la libertad, con adalides de la rectitud, frente al 'retorcido' enemigo, los comunistas, el idóneo apoyo concienciador a la infame actividad que entonces realizaba el Comité de actividades norteamericanas, 'la caza de brujas', o la anulación o purga de quien pensara distinto (estigmatizado con la etiqueta de 'comunista'). Afortunadamente, durante el relato, no se carga demasiado las tintas en tintes patrióticas (dejando de lado el detalle de una 'inmigrante' que se sacrifica por el país, de las libertades, que la ha 'acogido') ni en el retrato siniestro de los comunistas. Lo contrarresta, su maniqueismo de planteamiento, con la sumarial eficacia de la narración, afilada, precisa. Se trama, con medida habilidad, sobre el 'Whodunit', sobre la incógnita de quién será de los cuatro científicos el 'traidor'. Aunque no fuera buscada añade esa incertidumbre, cierta sugestiva inestabilidad al relato; cualquier realmente puede ser un traidor, inclusive aquel que es 'descendientes de pionero'. La realidad es más movediza e incierta de lo que parece, y no tan fácil distinguir a quién está en un bando u otro. También el hecho de que no haya un elaborado perfil psicológico de los personajes en este caso redunda a favor de una narración que se revela como un engrasado engranaje, que saca provechoso partido, físico ( e incluso, aun superficialmente, abstracto) a las sombras. Douglas ya da muestras patentes de su vibrante y áspero sentido narrativo, ese que resplandecerá en obras como 'Río Conchos', 'Sólo el valiente', 'Chuka', 'La humanidad en peligro', 'El detective' o 'Between midnight and dawn'. Caso del uso del montaje corto de primeros planos en la secuencia en la secuencia inicial en la que el informador es asesinado, o el nocturno tiroteo final, tan cortante como el vidrio que se rompe en el intercambio de disparos.

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