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miércoles, 6 de junio de 2012
Atrapados en el hielo
Hasta los 17 años mi ilusión era convertirme en capitán de barco, me cautivaba la vida de marino, de seis meses de navegación, como si uno se distanciara del mundo a la par que podía aproximarse mejor a su multiplicidad. Claro que la perspectiva de estudiar Nautica, que implicaban seis años de carrera constituidos por asignaturas de ciencias, era tan poco seductora como recorrer un desierto y desprovisto de agua. Además, me sedujo otro tipo de navegación, la del cine, pero en aquellos años no había muchas opciones para poder estudiarlo, y acabé embarrancado en otro desierto, el de la carrera de Ciencias de la información, o cómo dedicarse seis años al pairo,ya que casi se podría decir que el conocimiento adquirido aquellos años fue por esforzarse en buscar en cualquier 'puerto del conocimiento' (casi autodidacta). Hace alrededor de tres lustros encontré en el título de un libro lo que me cautivaba de la vida de marino, 'El descubrimiento de la lentitud', de Sten Nadolny. La inmersión en su fascinante lectura supuso experimentar una vida anhelada que se había restringido lo imaginario, a través de la travesía de una expedición para descubrir el Paso del Noroeste, con 128 hombres y dos barcos, el Erebus y el Terror (en el que uno se puede encontrar con frases como: 'Todo tiene su momento: a su debido tiempo o con retraso'). Hay ocasiones en que encuentras en un libro o en una película la materialización o realización de una vivencia soñada, de un talante o actitud vital. En este aspecto,enel cine, lo encontré en 'Master and commander' (2002), de Peter Weir, que conjuga de modo magistral aventura exterior e interior, trance de superación de pruebas físicas que implica un proceso, una travesía, paralela, de conocimiento (na de las cotas del género de aventuras marítimo junto a obras de Mackendrick, Hathaway, Tourneur, King o Curtiz). El viaje es transformación, es enfrentamiento a ( o confrontación con )uno mismo, los demás y un entorno. Weir recuperó una noción, tanto en su materialización física como en su resonancias conceptuales/filosóficas, del género de aventuras perdida desde hacía cuarenta años ( o trivializada por la aventura del cartón piedra de parque temático de Indiana Jones y similares en el cine de acción musculoso,o del no va más, de los 80 y 90). Y se superó a sí mismo materializando con 'Camino a la libertad'(2010), aventura en su sentido más genuino y esencial, como trance de resistencia y afán de superación ( no sólo física), y recuperando la noción de asombro para el cine, devaluado en sucedaneos donde priman los efectos especiales ( a su lado las películas de superheroes son deslucidas variantes); no sólo una de las cimas del género, sino del cine.
Esa noción, y ese sentido de la experiencia, también se siente, o se encuentra, en un excelente documental 'Atrapados en el hielo' (The Endurance, 2000), de George Butler, que relata la accidentada expedición imperial-transalantica, dirigida por Ernest Shackleton, que partió en el navío 'The endurance' (que significa 'La resistencia'), el día que se declaraba la primera guerra mundial, el 1 de agosto de 1914, hacia el Polo Sur, quedando atrapado en el hielo, en el Mar de Waddle, a un día sólo de poder llegar a su destino. Lograron todos los hombres retornar a la civilización, sin una perdida, nada menos que 22 meses después. Es asombroso lo que resistieron, y cómo lograron mantener el aliento de su afán de superación, en lo que fue crucial la firmeza de su lider, Shakleton. La obra relata este prodigio de odisea, a través de entrevistas a los nietos de los participantes en la expedición, así como imágenes, tanto fotografías como grabadas por Frank Hurley. Siete meses permanecieron en el barco atrapado en el hielo, esperando que por fin los hielos se fundieran y les permitieran continuar la travesía, entreteniéndose con partidos de futbol o jugando con sus perros. Pero el hielo se fue convirtiendo en una trampa que amenazaba con quebrar el casco del barco, lo que determinó que lo abandonara, y recorrieran el Mar de Waddle en trineo, y luego en tres barcas unidas por cuerdas, hasta la isla Elefante. El problema es que en esa zona no existía tráfico marítimo alguno. Shackleton, el capitán del navío, Worsley, y otros cuatro hombres, realizaron una de las gestas más asombrosas dentro de la historia de la navegación.
En un bote se lanzaron al oceano, en una de las zonas maritimas más indómitas y tormentosas existentes, en dirección a la isla de Georgia del sur, y sólo contando conla orientación de un sextante. Waddle sólo pudo hacer tres lecturas, sostenido por sus compañeros entre el azote de las olas, y aun así, sumado a su intuición, lograron tras seis días llegar a su destino. Prodigioso. Pero aún les quedaba más, ya que la base de los marinos balleneros estaba al otro lado de la isla, recorrer la zona central,una cordillera nunca cartografiada, durante una marcha de 36 horas hasta alcanzar el largo deseado objetivo (una catarsis comparable a la tan conmovedora y bellamente expresada por Weir en 'Camino a la libertad'). Tres meses después lograron rescatar a los otros 22 hombres que aún permanecían en la isla Elefante. Irónicamente, cuando estos hombres llegaron a su hogar, se encontraron con la guerra en su apogeo. Algunos inmediatamente se alistaron, y alguno de ellos perdió la vida en el frente. En aquel entonces su gesta casi no fue reconocida, entonces los héroes sólo eran los muertos en combate. Su lucha contra los elementos, su ejemplar capacidad de resistencia y superación quedó diluida por la quintaesenciada manifestación de la estupidez humana, aquella que no tiene que ver con el afán de conocimiento, de explorar lo desconocido, de superarse ante cualquier adversidad, sino con su mezquina tendencia a enfrentarse con su vecino para afirmar que su necedad es superior.
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