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jueves, 2 de febrero de 2012
Jeff Paterson - Los descendientes
Hermoso tema de Jeff Peterson que aparece en la banda sonora de 'Los descendientes' (2011), de Alexander Payne, como sugerente es el modo de emplear la música ( o su intencionalidad), casi siempre en transiciones, una forma de crear una distancia que no cargue la afección sentimental, y por otro de incidir en cierta melancolía, en el contraste entre los desajustes (el extravío, o sensación de desubicación, del protagonista, el engañoso ambiente soleado, de espacios abiertos de Hawai, el sentirse una isla desconectada del resto de islas, como ese archipielago que compone Hawai).Durante una semana he estado intentado dilucidar si me parecía una película lograda, o aun de grata visión (de esas películas mullidas), sí más bien era una obra más interesante y sugerente por sus intenciones, por sus planteamientos dramáticos, por su guión, que por sus resultados. Y aunque no incurre en los tópicos de machismos pleistocénicos de 'Entre copas', no me parece tan equilibrada como 'Election', y lejos de las excelencias de 'A propósito de Schmidt', carente de las necesarias aristas de esta. Se queda en la superficie, sin ahondar en las posibilidades planteadas por el guión, su indefinición resulta más resultado de una impericia como director, de no saber modular el tono adecuado, que de conjugar registros, oscilante entre la comedia y el drama. Hay personajes que sobre el papel se intuye que tienen su función, pero que resultan chirriantes como el amigo de su hija mayor.Secuencias como aquella en la que las inconsistencias que salen de su boca provocan que el personaje de Clooney detenga el coche, inclinando la cabeza con el gesto cansado, no logran modular ese contraste de tonos entre lo absurdo y lo melancólico, derivando más bien la película en cierto regstro monocorde. Lo mismo para el personaje del que era el amante de su esposa ahora en coma. Ya la misma obcecación del personaje en querer conocerle propulsaba esa maraña de registros encontrados, de emociones huérfanas pero también de grotesca obstinación ( y que a la vez sirve para unirle en el proceso con sus hijas). Ya el rostro del actor que lo interpreta, Mathew Lillard, que parece más un desorbitado dibujo animado que un humano invitaba a ello ( o más bien, me hace pensar que podía ser esa la intención), pero acaba desdibujándose las situaciones en las que coinciden, no logrando extraer su potencial. Me recordaba a otra película interpretada por Clooney, en concreto al tramo central de 'Up in the air', otra obra, de un cineasta que anda a rebufo de su guiones, que tampoco lograba tensar el relato ni saber propulsar los aspectos menos complacientes, y sí, más incómodos o patéticos del relato, de los personajes. Una secuencia condensa esa incapacidad para saber lidiar con los contrastes, aquella en la que Clooney y su hija pequeña se encuentran en el bar con el que conducía la motora que guiaba a la esposa cuando sufrió el accidente haciendo esquí acuático ( no se rastrea la tensión del dolor ni lo grotesco de la situación). Clooney está notable, pero no es comparable a los magnos trabajos de Di Caprio en 'J Edgar' y Oldman en 'el Topo', e incluso Gosling en 'Los idus de Marzo', películas magníficas, pero más incómodas que otras, muy inferiores, que centran más la atención de la crítica, como ésta o 'The artist' ( y de 'War horse' ya hablé), y la aceptable pero discreta 'Moneyball'.
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