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domingo, 5 de diciembre de 2010
Remordimiento
'Remordimiento' (1931), de Ernst Lubitsch. La primera guerra mundial ha terminado. Un desfile militar lo celebra. La cámara lo encuadra a través de un soldado al que le falta una pierna. Una iglesia rebosante de militares, una homilia que canta la victoria. La cámara encuadra, en un movimiento de cámara, los sables. Las botas, las pistolas en su funda. Los contrastes ya son un clamor desgarrado ante un absurdo. Un civil queda solo en los bancos, las manos cruzadas, el rostro cabizbajo. Pide confesión. Ha matado a un hombre. Está desesperado. El estaba entregado a la música, hasta que le tocó experimentar el horror de la guerra. Evoca el momento de la muerte. El cuaderno del alemán, de apellido Holderlin, tiene en la cabecera la efigie de Beethoven. Sus manos intentan firmar la carta a su amada, antes de morir. El sacerdote dice al civil que sólo era su deber.Él clama indignado y desgarrado cómo puede consolarle con eso, si es la única ayuda en la casa de Dios que le puede dar. Una pintura de la Virgen María con Jesucristo en sus brazos le da la idea de visitar la familia del muerto, para buscar su perdón. Ese encuentro relata esta conmovedora y prodigiosa obra que culmina en uno de los finales más hermosos de la historia del cine, en donde la música es el encuentro con la reconciliación.
'Remordimiento' (The man I killed, 1931), con Lionel Barrymore y Philips Holmes, y con guión de Samson Raphaelson y Ernest Vajda, adaptando una obra de Maurice Rostandt, y magníficas fotografía de Victor Milner y decorados de Hans Dreier, es el único drama que realizó Ernst Lubitsch en el sonoro, aunque algunas de sus comedias no dejaran de alternar drama y comedia. Una obra que es un alarde de inventiva, y de fuerza emocional, un alegato antibelicista que hace del lirismo desesperado y tierno pura poesía.
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