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lunes, 11 de octubre de 2010
Vivamos hoy
'Vivamos hoy' (1933), de Howard Hawks, es uno de esos melodramas en los que se escuchan frases, cortesía de William Faulkner, como la que le dice Claude (Robert Young) a su amada, Diana (Joan Crawford), tras quedarse ciego: 'Aunque no te lo creas, ahora veo mejor tu rostro'. Pareciera que estuviéramos ante uno de los grandes melodramas románticos, con trasfondo bélico, que realizó Frank Borzage, 'Adiós a las armas' (1932), o 'Tres camaradas' (1938). Casualmente, Gary Cooper protagonizó el primero, y Robert Young y Franchot Tone eran dos de los protagonistas del segundo. Hawks podía llegar a ponerse grave en su cine, pero pocas veces su narración ha sido tan grave, y severa, como, sobre todo, en el primer tramo de esta hermosa obra. De hecho, una gravedad que es pesadumbre, y que contrastará con el comportamiento del personaje de Cooper, Richard, atolondrado, cuando en la segunda parte su conducta asemeja a esa que repetidamente ha cuestionado Hawks en su cine, una inconsciencia que tiene mucho de pueril, y que entra en absurdas competitividades, y que es más rasgante porque tiene lugar durante un conflicto bélico. La consciencia de tal forma de conducirse, en el último tramo, es como alcanzar la etapa adulta, la de la consciencia que es ser responsable de las consecuencias de los propios actos.
En las primeras secuencias Richard, norteamericano, llega a Inglaterra, que está en pleno conflicto bélico ( estamos en 1916), para comprar la mansión de la familía de Diana. Richard lee el papel de la dirección, y acto seguido vemos la nota que en la que Diana recibe la notificación de la muerte de su padre. Hecho que oculta cuando recibe la visita de Richard. Entre ambos se percibe cierta atracción pero domina ese pesar que ella no comparte, y que llega a exasperarse cuando él coge las pipas de su padre. Será la sirvienta la que le explique el porqué de la conducta de ella, característica que la define, el no saber expresar lo que siente, o plegarse a lo conveniente, ya sea por no hacer daño a otro. Posteriormente, recbe la visita de su pretendiente, Claude, y de su hermano, Ronny (Franchot Tone). Una visita sobre la que pesa lo efímero del tiempo compartido, cinco horas: Diana vuelve el reloj sobre la chimenea:de nuevo, refleja su tendencia a negar lo real, y rehuirlo. Acepta la propuesta de matrimonio de Claude más porque es su querido amigo desde la infancia, y no por hacerle daño, aunque ya poco después corrobore que a quien ama es a Richard. De nuevo, huirá alistándose en el ejercito, y reuniéndose con Claude y Ronny, que conducen una barca torpedera. Leer la notificación de la muerte de Richard la desestabilizará una vez más, compartiendo su sentimiento con su hermano, pero permanece decidida a casarse con Claude.
Pero la notificación es falsa. Richard, aviador, está vivo, y coinciden en el mismo destino, pero ella al verle será incapaz de decirle nada y se marchará (aquí reseñar la figura del amigo de Richard, McGinnis (Roscoe Karns), el contrapunto lúcido y templado, como lo es Ronny con su hermana). Pero Richard con su amigo recogen borracho en la calle a Claude, y cuando le llevan a su casa, descubre que es la prometida de Diana. Su reacción será despechada. Decide proponer que Claude vuele con ellos, en combate, a lo que un risueño Claude accede ( llevando en su caja de cerilla a su cucaracha Wellington). Pero éste no se altera, e incluso no le hacen caso cuando les dice que una bomba no ha caído y sigue enganchada al fuselaje, con la que incluso aterrizan. Ronny y Claude a su vez le plantearán que les acompañe en la lancha torpedera en una acción de combate, y una vez más, un torpedo se engancha, y tienen que realizar un segundo asalto. Pero si en el vuelo la situación está planteada en tono de comedia, ahora adquiere consecuencias dramáticas, ya que Claude es herido, y queda ciego.
Conocer este hecho implicará para Richard que recobre la 'vista', la consciencia ( como dice, Claude tiene 20 y él 27, pero es mucho más maduro que él). Hermosa es la secuencia que comparten Claude y Ronny (personajes que se apoderan de la película: esa relación de amistad leal y cómplice tan hawksiana), cuando Claude intenta convencerle de que su amor con Diana era más bien costumbre, sin éxito ( como delata la lágrima de Ronny sabe que lo dice porque ha discernido que Diana ama a Richard) y de que le deja acompañar en su misión aunque esté ciego. Incluso, se despedirá de Diana dormida a través de los ojos de Ronny cuando abran la puerta de su dormitorio. Una de las secuencias más bellas rodadas por Hawks, y, desde luego,una de las más conmovedoramente líricas.
'Vivamos hoy' (Today we live, 1933), es una de las obra menos conocidas de Howard Hawks, pero excelente, con argumento y diálogos de William Faulkner, y guión de Edith Fitzgerald y Dwight Taylor, y estupenda y sombría, brumosa, fotografía de Oliver Marsh. Un gran melodrama romántico con trasfondo bélico que no desmerece de los que rodó Frank Borzage en aquella década.Otra puesta en cuestión, en el cine de Hawks, de las presunciones viriles, más bien pueriles.
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