Max Schreck durante una pausa de rodaje de la extraordinaria 'Nosferatu' (1922), de Friederich Murnau. Su decisión de mantener su personaje, siniestra ( y prodigiosa) caracterización incluida, entre plano y plano, alentó la inquietud de sus compañeros de rodaje, así como el misterio sobre su personalidad, y las leyendas consiguientes de que era realmente un vampiro.
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