'La opera de cuatro cuartos' o 'La comedia de la vida' (1931), de George Wilhelm Pabst es una mordaz sátira social y una obra de deslumbrante ingenio expresivo. Es comparable a otra obra tan corrosiva como inventiva rodada ese mismo año, 'M', de Fritz Lang, y que goza de mucho más (y merecido) prestigio. Ambas levantaron ampollas cuando llegaron los nazis al poder, llegando no sólo a prohibir su proyección sino quemando sus negativos originales ( afortunadamente, se conservaron copias, que posibilitó se restaurara en el 2006). Del mismo modo que fueron quemados los libros de Bertold Brecht, autor de la obra que adapta la película, con música de Kurt Weill, inspirada a su vez en la obra de John Gay, 'The beggar's opera' (1728), que William Hogarth plasmó en sus ilustraciones. La obra de Pabst logra hacer cuerpo, con un prodigioso uso de los decorados y de la iluminación (conjugada con un portentoso dinamismo narrativo) del ambiente opresivo de corrupción y degradación, pero flitrada a través de su cáustico humor, lo que la desmarca de la lacerante gravedad de la obra de Lang. Ya manifiesto en las estrofas de la canción durante los títulos de crédito que alude a que el ser humano ante todo tiende a hacer daño, a aprovecharse de los demás, siendo el robo una de sus características definitorias por su incontenible codicia, que, como pone de manifiesto las estrofas de la canción que cierra la obra, siempre sumirá en la oscuridad a los marginados o explotados.
Los frentes, como queda expuestos, no son tales sino que se conjugan en el uso del poder, manifiesto en las figuras del jefe de la más poderosas organización criminal, Mackie Messer ( Rudolf Forster), el rey de los mendigos, Peachum (Gaston Modot) y el jefe de policía, Brown (Reinhold Schunzel). Cada uno ejerce, o abusa de su poder de un modo u otro, y no es extraño que pueda realizarse una alianza entre los tres. Fascinante es el comienzo con Mackie paseando por el muelle, y deteniéndose a escuchar la canción-relato sobre él, la famosa 'Mack el navaja'. Su vida se ha convertido en relato o imagen, en figura de un escenario, como la propia obra evidencia en su estructura, con las aportaciones intermitentes de un narrador que se dirige al espectador ( o las canciones que se intercalan: a destacar la que cantan juntos Mackie y Polly en una barcaza con la ciudad al fondo como opresivo horizonte). La realidad es un escenario donde cada uno se cree su papel y crea conflictos dramatizados, porque prevalecen las máscaras, lo que cada uno representa, las posiciones que uno detenta, los reflejos. Entre la multitud Mackie se fija en una mujer, Polly (Carole Neher). Esta se detiene a un escaparate donde hay un maniquí con un vestido de novia. En el escaparate se refleja la figura de Mackie que se acerca a ella. Es admirable cómo construye la secuencia a través de acciones y miradas, cuando los dos juntos a la madre de ella se dirigen a un bar, y cómo se define un ambiente, la posición de Mackie (el respeto reverencial de sus hombres) y lo que se gesta entre ambos, que determina que monten una singular boda esa noche en un almacén (previo robo de todos los componentes que Mackie quiere presentes, incluido un reloj de pie), que es todo un auténtico prodigio de secuencia.
El hecho de que Polly sea hija de El rey de los mendigos determinará que éste amenace con realizar una manifestación de mendigos en el desfile de la reina si no se detiene a Mackie. Y entre medias Brown, amigo de Mackie, pero ante el dilema de enfrentarse a un conflicto social. Sería prolijo el enumerar las brillantes secuencias que tiene esta cautivadora obra (imponente el montaje y el uso de los espacios, pasillos, callejones y tejados, en la secuencia en que Mackie es perseguido por la policía), como apuntes vitriólicos como que Polly se haga cargo de un banco para posibilitar, con una fianza, que Mackie sea liberado ( no hay diferencia entre un banco y una organización criminal) o el comportamiento robótico de los mendigos cuando se dirigen en manifestación (adelanto de lo que ocurrirá dos años después en Alemania).
'La opera de cuatro cuartos' o 'La comedia de la vida' ( Die sgroschenoper, 1931) es una extraordinaria obra de un cineasta de urgente revalorización, George Wilhelm Pabst, que adapta la obra de Bertold Brecht con música de Kurt Weill, célebre en especial por el tema Mack the knife. Una ácida crítica social planteada como una comedia inclemente sobre la vida como escenario, con un prodigioso sentido visual, en la fotografía de Fritz Arno Wagner, o los decorados de André Andrejew.
No hay comentarios:
Publicar un comentario