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miércoles, 27 de octubre de 2010

Louis Jourdan, el cuerpo y sus tinieblas

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Louis Jourdan, fotografiado por Raymond Voinquel, en 1939. Jourdan ha sido un actor no justamente valorado, y más bien ha sufrido cierto encasillamiento ( y quizás hasta reservas con respecto a su talento) por su apostura. Sólo hay que considerar la variedad de registros, y papeles, que interpretó en Estados Unidos, tras ser invitado por David O. Selznick. Su sombrío y severo personaje de 'El proceso Paradine' (1947), de Alfred Hitchock, el pianista, que transita sobre la superficie de la vida, de 'Carta de una desconocida' (1948), de Max Ophuls (memorable su aire de espectro, su expresión gastada, cuando se reencuentra con el personaje de Joan Fontaine años después en la entrada de la opera), el alocado y caprichoso pintor de la divertida comedia 'Sin vicios menores' (1948), de Lewis Milestone, demostrando que podía encarnar un personaje de veta más histrionica y exuberante (aunque se le considerara que no encajaba en tal papel) o su ambivalente personaje de 'La mujer pirata' (1951), de Jacques Tourneur. No tuvo posteriormente mucha suerte con que le adjudicaran personajes de suficiente enjundía. A destacar sus colaboraciones con Jacques Becker en 'Rue de L'estrapade' (1953), Vincente Minelli en 'Gigi' (1958), 'Can Can' (1960), de Charles Walter o sus villanos de 'El conde de Montecristo' (1974), de David Green y 'Octopussy' (1983), de John Glen.

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