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jueves, 30 de septiembre de 2010

Audrey Tautou y el fantasma de Amelie

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Audrey Tautou (fotografiada por Marcel Hartmann) dífícil será que se desembarace del icono en que se convirtió su personaje protagonista en 'Amelie' (2001), de Jean Pierre Jeunet, una obra que suscitó muy opuestas reacciones, desde la entusiasta admiración al ensañamiento descalificativo más furibundo. Y es que entre los detractores los hay que muestran tal desprecio que supera al horror de un vampiro ante el agua bendita. Estos abundaron entre la crítica que, en general no fue muy receptiva, como contraste a su éxito de taquilla, y calado en el público. Como si gustar algo que parecía tan naif no se ajustara a la pertinente pose intelectual. Claro que entre lo naif y lo empalagoso hay una larga distancia, y verdad es que los criterios de cada uno para calificar una obra de un modo u otro pueden variar mucho. Porque, sin duda, lo empalagoso, en muchas ocasiones, linda con lo capcioso. Es fácil recurrir al concepto de cuento de hada para excusarse, pero todo genuino cuento de hadas tiene sus claroscuros, por muy entrañable o tierno o mágico que sea. Particularmente, me entusiasma 'Amelie', me parece un vivificante canto a la empatía, a la preocupación por el otro ( algo que no vende mucho en nuestros días, porque para sobrevivir hay que preocuparse en la inclemente competitividad de uno mismo, aunque sea con la máscara de una sonrisa), y a la necesidad de descongestionar las propias emociones, de exponerse, algo que le ocurre hasta a la propia Amelie. Y narrado con un jubiloso ingenio apegado a lo excéntrico, en su desarrollo expansivo de situaciones y personajes, en una línea más amable o dulce que el más radical cine de Leos Carax, por no irnos más atrás en el tiempo.
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Jeunet volvió a reincidir en línea parecida, de nuevo con Audrey Tautou en la también esplendida 'Largo domingo de noviazgo' (2004), obra que tuvo menos acogida porque a cierto público no seducía, ya de entrada, la combinación de historia tierno-romántica en un descarnado ambiente bélico (lo que revelaba que en la anterior obra no habían querido ver sus aristas, prefiriendo los imaginativos y catárticos algodoncitos), cuando tiene uno de los más emotivos finales románticos de esta década ( aunque los habrá a quienes parezca irritantemente empalagoso).
Tautou posteriormente trabajaría para Stephen Frears en la que me parece su más equilibrada y conseguida obra de esta década, 'Negocios ocultos' (2002), para Alain Resnais en 'Pas sur bouche' (2003), desgraciadamente aquí no estrenaa, y como Emmanuelle Beart, cruzó el Atlántico para pasearse en la anodina 'El código Da Vinci' (2006), de Ron Howard. Con Claude Berri rodó la estimable 'Juntos nada más' (2007) siendo su última, y notable, interpretación para la interesante pero fallida 'Cocó, de la rebeldía a la leyenda de Chanel' (2009), de Anne Fontaine. Tampoco habría que olvidar el primer papel en el que destacó, en la apreciable 'Salón de Belleza Venus' (1999, de Tonie Marshall, que le valió un Cesar a la actriz revelación. Luego, tras que Emily Watson rechazará el papel de Amelie, llegaría su consagración. Y nuestro viaje en esos dulces ojos de acogedora luna.

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