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sábado, 4 de septiembre de 2010

Max Von Sydow, la sabiduría que sangra

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Max Von Sydow se convirtió en el rostro masculino emblemático de las imágenes del cine de Ingmar Bergman, que personificaba o hacía carne las insondables y múltiples emociones que arreciaban en sus entrañas, fuera el desilusionado aun perseverante caballero de digno porte en 'El séptimo sello' (1957), el torturado pintor que bregaba con sus fantasmas en 'La hora del lobo', o el frágil acólito sumido en el desvalimiento en 'Los comulgantes' (1962). Su presencia en sí transmitía una firmeza, un dominio, que mostraba progresivamente ( y de ello se servía con agudeza Bergman) la fisuras y vulnerabilidades, los temblores o inconsistencias bajo la máscara imponente, de la que no puede ser más emblemática 'El rostro' (1958). En cualquiera de sus obras Von Sydow realizó un recital de cómo orquestar las más complejas, diversas y contradictorias emociones, como en las también fabulosas, y sobrecogedoras, 'La verguenza' (1968), 'Pasión' (1970) o 'El manantial de la doncella' (1960). Esa diversidad la retomó Woody Allen para dibujar su personaje en una de sus mejores obras, 'Hannah y sus hermanas' (1988). Fuera del cine de Bergman, esa presencia magnética, que parece de otro mundo, poseedora de una sabiduría fuera de lo común ha conducido a que haya interpretado a personajes de índole demiúrgica, sea ejemplar en su condición templada o maquiavélica, como en la esplendida 'La muerte en directo' (1980), de Bertrand Tavernier, 'Dune' (1984), de David Lynch, o interpretando a uno de sus personajes icónicos, en la sobrevalorada 'El exorcista' (1973), de William Friedkin, en el primer caso, y 'La tienda' (1993), de Fraser Heston, 'Intacto' (2001), de Juan Carlos Fresnadillo, 'Minority report' (2002), de Steven Spielberg o 'Shutter island' (2009), en el segundo caso, o al mismo Jesucristo en 'La historia más grande jamás contada' (1965), de George Stevens o a un personaje al otro lado de la muerte en 'Más allá de los sueños' (1998), de Vincent Ward. Fue lo más memorable, en su personaje de asesino a sueldo, en 'Los tres días del cóndor' (1975), de Sidney Pollack, o como oficial alemán razonable en la rutinaria 'Evasión o victoria' (1981), de John Huston, para quien realizó otra brillante iinterpretación,en otro registro, más sombrío, en una de sus mejores obras, 'La carta del Kremlin' (1970). Alcanzó una especial notoriedad por su personaje de 'Pelle, el conquistador' (1988), de Billie August. para quien también trabajó en 'Las mejores intenciones' (1992). Rechazó ser el Doctor No en la primera película de James Bond, pero acabó incorporando al villano décadas después en 'Nunca digas nunca jamás' (1983), de Irvin Kerschner (título que se podía aplicar a Von Sydow como a Connery). Otro villano, y de opereta, que demuestra que Von Sydow ha transitado todo tipo de personajes y de películas (sin darse aires elitistas ) es que el encarnó en 'Flash Gordon' (1980), de Mike Hodges, como fue rey en 'Conan el bárbaro' (1982), de John Millius, campesino en 'Los emigrantes' (1971) o explorador en 'El vuelo del aguila' (1982), ambas de Jan Troell. Y su cautivadora voz, su exquisito dominio de la cadencia expresiva, queda como lo más sobresaliente de 'Europa' (1991), la mejor obra de Lars Von Trier. Su voz, como su mirada, es un asombroso viaje a las inmensidades de las emociones.

1 comentario:

  1. MARIA JOSÉ GARCÍA FDEZ DE VALDERRAMA.7 de agosto de 2012, 0:16

    MARAVILLOSO EN SECRETOS,,,SARABNDA Y TODAS ,UN ACTOR BERMAN,PARA LA HISTORIA Y LA GLORIA DEL CINE.

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