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viernes, 24 de septiembre de 2010

George C. Scott, actor imperial

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Pese a que sus rasgos de ave rapaz, cual aguila imperial, parecían destinarle a personajes de índole siniestra, este inmenso actor, George C Scott, logró evitar ese encasillamiento. Aunque ciertamente sus primeros papeles marcaban esa senda, como el avieso predicador de 'El árbol del ahorcado' (1959), o su memorable mefistofélico personaje de 'El buscavidas' (1961), de Robert Rossen (pocas veces la abyección sin escrúpulos ha sido tan bien encarnada), o, en menor medida, otro inolvidable personaje, el fiscal en 'Anatomía de un asesinato' (1959), de Otto Preminger, sibilino y astuto, y el inmejorable adversario de envergadura para el abogado que encarna James Stewart. Ya en esta obra, su segunda aparición en pantalla, dio muestras de su magnética presencia, que podía llegar a ensombrecer hasta admirables compañeros de reparto como los de esta película con cada aparición (prodigioso en cierto interrogatorio al personaje de Lee Remick, intentando evitar que ella pueda ver las señas de su abogado defensor). Pocas carreras, además, han comenzado con tal trío de extraordinarios títulos. Su talento, un dechado de sutilidad y economía expresiva, que hacía palpables las corrientes internas de las emociones, brilló en otros estupendos títulos como 'Fuga sin fin' (1971) y 'Los nuevos centuriones' (1972), ambas de Richard Fleischer, o en la áspera y excelente 'Hardcore' (1979), de Paul Schrader. O su protagonista en 'Patton' (1970), de Franklin J Schaffner, celebre por otro lado por su desprecio al Oscar concedido, calificando a la ceremonia como un desfile de carne. También logró ser lo más destacado en obras discretas o irregulares, aunque no carentes de interés, como 'Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú' (1963), de Stanley Kubrick, 'El último de la lista' (1963), de John Huston, o 'Hinderburg' (1975), de Robert Wise, o hasta pretenciosas y fallidas como 'Petulia' (1967), de Richard Lester. Singular es la olvidada 'Un fabuloso bribón' (1967), de Irvin Kershner, curiosa 'Movie, movie' (1978), de Stanley Donen, entrañable 'El día del delfín' (1973), de Mike Nichols, estimulante 'El príncipe y el mendigo' (1977), de Richard Fleischer, y reivindicable la muy sugerente 'La isla del adiós' (1977), de Franklin J Schaffner, mucho menos popular que la discreta 'Al final de la escalera' (1980), de Peter Medak. Sin olvidar el musical de Stanley Donen 'Movie, movie' (1978).

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