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martes, 14 de septiembre de 2010
Forajidos
'Forajidos' (1946), de Robert Siodmak. Un inicio que es enigma de sombras. Una estructura que es indagación que intenta dar luz a esas sombras que esculpen el cuerpo de El sueco (Burt Lancaster).En los planos de apertura, los faros de un coche alumbran la carretera. Dos figuras en sombras se recortan en primer plano. Sombras aciagas, mensajeros de las sombras. La luz ilumina un letrero, entramos en Brentwood. Los títulos de crédito aparecen superpuestos sobre el plano general de una calle, que tuerce hacia la derecha, y de dónde proviene una resplandeciente, casi cegadora luz, de la que surgen, caminando, los dos hombres, ataviados con sus gabanes y sus sombreros de fieltro.Se dirigen hacia el otro extremo, y se detienen ante el escaparate de una gasolinera cerrada. Se vuelven, y vemos sus rostros, tan inquietantes como gélidamente determinados ( los rostros de Charles McGraw y William Conrad). El primero hace un gesto con su mano hacia el interior de su gabán, un ademán que no vaticina nada bueno. Pájaros de mal aguero, sin duda. Se dirigen al local que está en enfrente, una cafetería en forma de caravana, pero no entran por la misma puerta, sino que cada uno lo hace por un extremo distinto. Cortantes, como quien disfruta jugando con un animal indefenso, empiezan a jugar tanto con el dueño como con un cliente. Buscan a 'El sueco'. Son meramente los asesinos (The Killers), los ejecutores. La cegadora luz de la muerte. Se enteran de dónde vive, y hacia allí se dirigen.
El chico, Nick, sale corriendo por la puerta de atrás,y llega antes a la casa de el 'sueco'. La cámara se mueve en travelling desde la figura en sombras que yace en la cama, el 'sueco' hasta la puerta que se abre, y por la que entra Nick .Este no entiende que no quiera marcharse. El 'sueco' Ya ha asumido que las sombras le han alcanzado, que no puede huir más. Ya está cansado de huir. Cometió un error una vez, y por eso le van a matar. No se mueve de dónde está. Sabe que es el momento. No tiene fuerzas, las sombras le pesan.Su rostro surge de las sombras, cuando Nick se va, un rostro cansado, resignado. Oye los pasos que suben las escaleras Mira la puerta, bajo la cual asoma la luz del rellano. El plano sobre la puerta se dilata. El momento se demora, como si unos segundos contuvieran una eternidad. Su gesto se tuerce de desesperación, como si se enfrentara a lo largamente anunciado, no deseado, pero sí inevitable. Y, a la vez, como si necesitara que se abriera esa puerta de una vez, para que la luz entre, y pueda descansar al fin. Ansía que la muerte, que lleva tiempo sobrevolando sobre él como un peso que ha ido minándole, fulmine de una vez su vida, la cuál ya sólo era, por otra parte, una mera sombra anhelante de que le liberen de su condena en vida, la condena de una decepción.
Abren la puerta, y le acribillan. Su mano se agarra al cabecero, y cae. Los asesinos ya realizaron su trabajo. ¿Por qué? ¿Para quién? ¿Por qué el 'sueco' no ha huido? ¿Por qué está tan cansado de huir?. Esas preguntas se contestarán en una prodigiosa estructura en forma de encuesta, siguiendo la investigación de un agente de seguros, encarnado por Edmond O'Brien, intrigado por esa actitud, y por un pañuelo con un arpa irlandesa. Diversos flashbacks, correspondientes a los relatos de varios personajes que conocieron al 'sueco' en un momento dado de su vida, van delineando los ángulos del por qué, sin dejar que ese fuera de campo de lo inasible, de los intersticios de los por qué, se palpe sino como sombras que nunca podrán ser alumbradas por la luz, a no ser la de la muerte. Lo sustancial, aquello que determinó que El sueco se convirtiera en un espectro de sí mismo quedará aún entre las sombras, aún intuido, porque es lo que determinó que se convirtiera de ser un protagonista en el ring de la vida en una sombra ausente.
'Forajidos' (The killers, 1946), de Robert Siodmak, es una de las cumbres del film noir. El guión de Anthony Veiller y John Huston adapta un breve relato de Ernest Hemingway (circunscrito a la situación inicial de la llegada de los asesinos). Una estructura con reminiscencias de 'Ciudadano Kane', incluido objetos con enigma ( el trineo, el pañuelo con lira irlandesa), pero desarrollada con más rigor y complejidad.A destacar el plano secuencia del atraco a la fábrica, acorde a la mirada objetiva del relato periodístico del suceso, que también supera a ciertos alardes, artificiosos, de la opera prima de Welles. Admirables y turbadores los claroscuros de la fotografía de Elwood Bredell
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