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domingo, 19 de septiembre de 2010

On connait la chanson

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En 'On connait la chanson' (1997), de Alain Resnais, hay quien busca un piso, sin encontrar nunca uno que le guste, correlato de sus ansiedades e hipocondrías, de su vida irresuelta. Realmente no sabe si quiere encontrar uno como no sabe si quiere cambiar su vida, o si puede, aunque no esté satisfecho con ella, si es capaz de dar ese giro. Otra cree encontrarlo, para darse cuenta de que las maravillosas vistas van a ser ocultadas por un edificio que están construyendo, también correlato de su ceguera al no adevertir, por su ensimismado caracter, que su matrimonio hace aguas. Las imágenes de las transiciones entre secuencias son de medusas flotando. La medusa, esa figura paralizadora, como las emociones paralizadas de los personajes, flotando en su incertidumbre. En 'On connait la chanson' esto se se trama a través de las canciones .Lo que los personajes no se dicen entre ellos, lo cantan, pero en playback, lo que remarca lo diferido de sus relaciones. Las canciones son el momento fantastico, mental, en el que los personajes expresan lo que sus palabras no logran decir. Porque en sus relaciones no se presentan cómo son o sienten, o incluso quizá ni lo sepan. Cuando las emociones se revelan, y resuelven, en la escena final, la catarsis explosiona como conciliación.
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Como en 'Secretos y mentiras' de Mike Leigh, expresar y decir lo que se siente es una condición terapeutica. Deshiela y mata a las medusas.Pocas obras hay tan vivificantes como esta singular comedia musical, 'On connait la chanson', con guión de Agnes Jaoui y Jean Claude Bacri, también actores en el film junto a Andre Dusollier, Pierre Arditi o Sabine Azema, todos magníficos, es una admirable obra. ¿Quién conoce su propia canción, es la que los demás escuchan, o la mantenemos camuflada o retenida en nuestro interior?¿Tan dificil resulta hacerla oir como lograr articular y transmitir lo que realmente sentimos? Así las relaciones funcionan en suspenso, entre lo no dicho y lo dicho que son concesiones, entre ansiedades y crispaciones. Conocer la canción es saber crear música con los otros dejando de lado la vida de playbacks en la que la sumimos, entre fingimientos y mascaradas, resignaciones y contenciones. Una obra sublime, jubilosa y entrañable.

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