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viernes, 15 de noviembre de 2013

Swimming pool

Se alza el toldo que cubre la piscina y se ve el agua en el que flotan hojas secas. Se corren las cortinas y se abre la ventana, para aliviar el sofoco, aunque más que por el causado por la elevada temperatura estival, por la ebullición del despecho, ya que el hombre que te interesa te acaba de decir por teléfono que no va a visitarte, y la cámara se desplaza hacia el exterior, hacia la noche, y se escucha la llegada un coche, que supondrá la aparición de un personaje inesperado, la hija del hombre que ha colgado tus expectativas, la mujer que flotará y nadará en la piscina (en la que su primera aparición, buceando, será surgiendo de la zona oculta, bajo el toldo, a la zona visible). Sarah (Charlotte Rampling) es una célebre y exitosa escritora inglesa de novelas policíacas que se ha asentado en la casa que tiene en el sur de francia su editor, John (Charles Dance), el hombre que esperaba que la visitara, el hombre que desea, el hombre al que, en las primeras secuencias en su despacho, de modo indirecto, como quien lanza signos como granadas, demanda atenciones que van más allá de las de un editor. Nada le había dicho de que aparecería su hija, Julie (Ludivine Sagnier).
Una falta de consideración que se corresponde con la falta de consideración que ella siente en el hecho de que él se excuse en su trabajo para no acudir a su villa francesa. Una interferencia que refleja una perturbación en el ánimo de Satah. Una 'aparición' que se puede decir que más bien acontece en la mente de Sarah. Es la respuesta de un despecho y es el inicio de un alzamiento insurgente, ya que culminará con la escritura de una novela que, por un lado, responde a los anhelos de Sarah, su ansia de escribir algo diferente a las novelas policíacas que ya no le motivan y que es lo que demanda su editor porque tienen éxito, y, por otro, que Sarah publicará con otro editor. En 'Swimming pool' (2003), Francois Ozon, con la colaboración de la escritora Emmanuelle Bernheim, no diferencia los momentos reales de los mentales, los que provienen de la creación de Sarah. Todo el deseo frustrado, congestionado, de Sarah se dispara, se propulsa, en la desbordante exuberancia sexual de Julie, en la forma desacomplejada de mostrar su cuerpo, de expresarse con él, en la sucesión de variados amantes de todos los físicos y de las más diversas edades.
Hay detalles, asociaciones, que insinúan ese juego de reflejos. El camarero del bar, Franck (Jean Marie Lamour) se convierte en transposición de John, en la pantalla en la que descargar o expurgar un despecho. En una secuencia, Sarah, sentada en una mesa del bar, observa a Franck, que se apoya contra un árbol, recibiendo la luz del sol. En la mirada de Sarah se perfila el deseo que le suscita. Poco después, Julie está tumbada junto a la piscina. La cámara se desplaza sobre su cuerpo, hasta que se advierten los pies de alguien junto a ella. La cámara se alza y descubre a Franck que la mira con deseo. Ambos se acarician sus respectivas zonas genitales con entregado entusiasmo. Detalle a destacar: Franck utiliza el mismo bañador, un tanga negro, que uno de los anteriores amantes de Julie, Lo que parece una intriga externa, la averiguación por parte de Sarah de qué ha ocurrido con Frank, como si fuera una investigadora equivalente a quienes protagonizan sus novelas, no es sino una intriga interna, una urdimbre cuyo hilo concluye en sí misma, la culminación de un despecho que debía resolverse mediante un sacrificio simbólico. Franck ha sido 'ajusticiado' en su mente, como trasunto de John, y el instrumento delegado de ejecución ha sido la imaginaria Julie. El lugar, la piscina, transposición de la novela que escribe, que titulará 'Swimming pool'. La imaginación es el paraíso de las catarsis. Al fin y al cabo, la piscina es una pantalla, con su telón, el toldo, en la que las aguas de las emociones necesitan limpiar las impurezas de las hojas resecas.

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