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jueves, 25 de julio de 2013

Blissfully yours

 photo 66e1bafc21884c6f9a501d84aba56e66_zpsfc02a23e.jpg En 'Blissfully yours' (Sud sanaeha, 2002), de Apichatpong Weerasethakul hay una larga secuencia que recuerda a las retransmisiones de una etapa ciclista, pero sin ciclistas, y sin, aún más importante, comentaristas. Ese continuo parloteo nos distrae del hecho de que estamos, quizá durante horas, contemplando a unos hombres en pantalón corto en bicicleta recorriendo las carreteras. Las retransmisiones se convierten, casi siempre en la narración de la nada en busca del acontecimiento (una ascensión, el pico en la línea horizontal en la rutina de la vida, el pico que revela en un electrocardiograma que nuestro corazón late). No tomar consciencia de ese discurrir que es repetición, del paso del tiempo, se consigue gracias a la incesante cháchara de los comentaristas, a la organización del tiempo laboral, nuestra vida bien estructurada para que nos ajustemos a ese discurrir como las piezas de un engranaje, un radio en la rueda que gira. Por esa cháchara, por esas rutinas, el tiempo parece paralizado, como si no avanzara, el paisaje, la vida, es una rueda, pero no nos movemos, siempre estamos en el mismo sitio. Hay un cine que se convierte en una frenesí, en una aceleración continua entre aparentes acontecimientos, que suelene ser persecuciones, peleas, tiriteos, destrucciones etc, pero que te dejan una sensación de atrofia y entumecimiento, aunque su función pretenda ser la liberación de energías cual desague, como descarga y recarga. En ese cine el acontecimiento es un espejismo, la nada se ha vuelto espesa y ha corroido tus neuronas.  photo OIR_resizeraspx5_zps276b6f1f.jpg En la secuencia citada la cámara encuadra la carretera desde la perspectiva del coche en el que viajan Roong (Kanokporno Tongaram) y Min (Min Oo). De repente, se suceden los títulos de crédito. Hay que señalar que ya han transcurrido cerca de 45 minutos de película. En este momento se cruza un umbral, y divide la película en dos, como también se dividirá la excepcional 'Tropical malady' (2004). Pero ¿qué ha ocurrido hasta entonces que se ha pasado como un soplo? Ciertamente, no mucho, si consideramos el acontecimiento como sucesión de acciones. Min, acompañado de Roong y Orn (Jenjira Jansuda), ha asistido a la consulta de un médico porque tiene problemas con la piel. Orn conversa con su marido, una conversación que oscila entre la evocación de un hijo muerto ahogado y la necesidad de Orn de tener un hijo aunque ya su edad haya superado largamente la cuarentena. Roong trabaja en una fábrica en donde pintan en serie figuritas. Problemas con la piel, luto, rutinas. Anhelo de renovación de piel interior y exterior.  photo OIR_resizeraspx4_zps4dede37d.jpg  photo OIR_resizeraspx_zps0eaa3251.jpg Los personajes mienten: Dicen a la doctora que Min no puede hablar, pero sí puede, si no lo hace es porque es birmano, inmigrante ilegal. Roong también se excusa del trabajo por problemas de salud, alega que por malaria, porque el día anterior realizó varias horas extras, pero sobre todo porque está harta. Los tres se fugan, Orn en la moto, ellos en el coche. La segunda parte de la película, ese otro espacio, es el espacio de la ruptura, de dotarse de cuerpo, de conciliarse con el tiempo, con los sentidos. Tambíen requiebros de extrañeza, A veces se superponen dibujos en la imagen (como si aludieran a otra vida, la que discurre en su inercia cotidiana: un dibujo alude a cóm el novi de Roong la golpea), y en otras, irrumpe la voz de Min, El mismo relato se descentra, se quiebra, juega, rasga límites como los cuerpos buscan encontrarse con sus sensaciones y emociones maltratadas y dañadas, tanto la piel exterior como la interior. Buscan sentirse 'gozosamente tuyo' (blissfully yours), buscan una armonía. Es un espacio aparte, quizá un sueño, desde luego una fuga, sea física o mental. La vida transcurre, por un instante que fluye y acaricia, es agua y tiempo.  photo OIR_resizeraspx2_zps76de7c9f.jpg  photo OIR_resizeraspx6_zpsb6665caf.jpg Roong y Min se desplazan por la selva, caminan, y caminan, se sientan para disfrutar de un picnic en una atalaya con unas vistas que son espacio expandido, sin límites. Los cuerpos se estiran, se buscan, aunque los problemas de piel de Min limitan, condicionan, esa expansión. Orn mantiene relaciones sexuales con un trabajador de la fábrica. No hay palabras, sólo silencio, los cuerpos desplegados, en los forcejeos y en la placidez. Orn se encontrará con la pareja, en el momento en que Roong realiza una felación a Min. Ambas se introducen en las aguas, se salpican, se sumergen. Aplican, después, la crema a Min, que se queda dormido. Orn llora, quizá evocando que su hijo murió ahogado. Roong acaricia el pene de Min, contempla las nubes, siente el tiempo deslizándose en sus poros, se despliega en ese silencio que es música que es canto de naturaleza, de agua, pájaros, insectos. Nos mira, gozosamente. Y por un instante espectadores y cuerpos se funden en el sueño realizado de ser presencias. Y sin necesidad de comentaristas.

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