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jueves, 16 de mayo de 2013
Mads Mikkelsen, el encanto de lo siniestro
Mads Mikkelsen es de esos actores dotados de ese aura indefinible que es 'presencia'. Facilmente puede absorber la luz que lo convierta en uno de los principales focos de atención, sino el principal, como también puede dotar de una densidad de luz a la obra de la que carecería sin su presencia (pongamos como sería el caso de 'Lolita' de Kubrick sin James Mason). Esa sensación me dan 'Vallhala rising' (2009), de Nicolas Winding Refn, 'The royal affair' (2012), de Nikolas Arcej o 'La caza' (2012), de Thomas Vinteberg. Junto a algún otro secundario, como Christoph Weitz (otro absorbe escenas o películas) dota de fulgor momentaneo a la enésima adaptación de 'Los tres mosqueteros' (2011), de P.W Anderson. Ha brillado a más altura, y ha sido más turbador, como villano enfrentado a Bond, en 'Casino Royale' (2008), de Martin Campbell, que las estrellas europeas que han tomado su relevo en las dos siguientes, Matthie Amalric (que apechuga con el villano menos elaborado) y Javier Bardem (que me parece lo menos brillante de una espléndida obra). Fue Tristan en la estimable 'El rey Arturo' (2004) y ha protagonizado dos obras de Susanne Bier, 'Te quiero para siempre' (2002) y 'Después de la boda' (2006). Con Refn había debutó en 'Pusher' (1996) y repitió en 'Pusher II' (2004).
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