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lunes, 23 de febrero de 2015

36

Hay algo en la búsqueda del amor que se puede equiparar a la búsqueda de localizaciones para una película. Fotografías edificios, espacios, en busca del adecuado, aquel que materialice la idea,el anhelo. A veces el rostro que se distingue entre el resto se muestra elusivo, no corresponde, no se deja fotografiar. Y se convierte en pasado, habita, como un fantasma, la pantalla de tu memoria. Su imagen perdura en tu mente como el encuadre de ese sueño que durante tanto tiempo habías buscado pero que no se materializó, no se hizo cimiento. Lo habías localizado, y se difuminó, no se hizo cuerpo, presente. Y ahora quizá también se difumine en tu memoria, porque quizá también pierdas la huella de aquellos momentos compartidos, porque quizá se hayan dañado de modo irreparable los archivos de las fotografías que le hiciste. Puede que no te quede ni la huella de aquel sueño. Parece que algo, un edificio, un cuerpo, existe, si queda registrado como imagen. Si se conserva no se convierte en fantasma. El título de esta exquisita obra de poco más de una hora, '36' (2013), opera prima del cineasta thailandés Nawapol Thamrongrattanarit, se refiere a los 36 planos estáticos de los que se compone esta escurridiza y liquida narración de fantasmas de amor y sueños entrevistos y odisea de una memoria que no quiere que el cuerpo soñado al menos no deje de ser imagen. 36 planos estáticos como fotografías, aunque los actores se salgan del encuadre, ilusión de permanencia que se ve vulnerada.
En los primeros pasajes, ella (Vajrasthira Koramit) realiza fotografías de un edificio. El director que quiere realizar la película le ha pedido que busque un edificio en el que sea manifiesto el peso, la presencia, de un pasado, que se perciba la huella del tiempo. Le acompaña él, el director artístico (Wanlop Rungkamjad). Encuadran, deliberan por qué se fotografían unos espacios y no otros, él se muestra remiso a ser fotografiado. La música hace acto de presencia en la narración cuando el sentimiento comienza a perfilarse, a definirse, en ella. Incluso, se superpone a los diálogos, como en 'Hotel Mekong' (2013), de Apichatpong Weerasethakul, como el sueño se superpone a lo real. De alguna manera, como se sugiere en unos de los intertítulos que introducen cada plano, él realiza un robo, el robo de unos sentimientos, los de ella. Y después se desvanece, su cuerpo sale del encuadre, aunque nunca quiso estar en él. Incluso, roba alguna de sus imágenes. Entra en su ordenador, aunque ella le pida que no lo haga. Él se convierte en imagen de pantalla en el ordenador de ella. Y en pasado. Como el edificio de las localizaciones, se convierte en una figura del pasado, una huella del tiempo, una evocación que peligra, sus rasgos pueden disolverse, porque quizá se hayan deteriorado los archivos, como aquellos edificios ya eran ruinosos. Si el cuerpo desaparece del encuadre de vida, si las imágenes se pierden, queda retornar al espacio que se compartió. Te conviertes en fantasma de lo que no fue. Trailer y película completa con subtítulos en inglés.

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