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jueves, 7 de febrero de 2013

Robert Preston, The music man and the cowboy


 Quizá las dos interpretaciones más memorables de Robert Preston ( o las dos más recordadas) sean dos del final de su carrera, Ace, el padre del personaje de Steve McQueen en Junior Bonner (1972), de Sam Peckinpah, y Toddy el actor de Victor o Victoria (1982), de Blake Edwards. Con respecto a la segunda, casi se puede decir que se apodera de la película con su gracejo y mordacidad (le reportó una nominación al Oscar al mejor actor secundario). Con respecto a la primera, es inolvidable especialmente, la secuencia corazón de la película, la conversación con su hijo, con el que se ha vuelto a reencontrar, junto a las vías del tren. Dos personajes desubicados, de incierto horizonte. Sobrecoge el silencio que se crea entre ambos, cuando el padre toma consciencia no sólo de que su hijo no puede ayudarle económicamente con su nuevo proyecto o ilusión de vida (en Australia), sino que está tan seco de dinero como él; los dos últimos minutos son una rasgante sinfonía de gestos que gritan lo que las palabras prefieren omitir, a la vez que se siente como un filo parece desgarrar sus entrañas como el tren que cruza entre ambos. Preston comenzó su carrera a finales de los 30, en películas como Union pacific (1939), Policía montada del Canada (1940), o Piratas del Mar Caribe (1942), todas de Cecil B DeMille, como uno de los tres hermanos de Beau Geste (1939), de William A Wellman, o el policía de El cuervo (1942), de Frank Tuttle. Interrumpió su carrera para alistarse en el ejercito, sirviendo como oficial de Inteligencia. Retornaría al cine con Pasión en la selva (1947), de Zoltan Korda, como el tercer vértice del triángulo pasional que completaban Gregory Peck y Joan Bennett, Sangre en la luna (1948), de Robert Wise, Smith, el silencioso (1948), de Leslie Fenton, con Alan Ladd, Tulsa, ciudad de lucha (1949), de Stuart Heisler, con Susan Hayward o The lady gambles (1949), de Michael Gordon, con Barbara Stanwyck. A partir de los 50 se centraría sobre todo el teatro, en el que triunfó especialmente con The music man (1957-1961), que protagonizaría en 1962 en la pantalla, en Vivir de ilusión dirigido por Morton DaCosta pese a las reticencias de Jack Warner que prefería a Frank Sinatra. Entre las pocas producciones que protagonizó en ese década destaca Desierto salvaje (1955), de Anthony Mann, en el género que más transitó, el western, en el que reincidiría, como el guía de la caravana en La conquista del Oeste (1962), de Henry Hathaway. Entre sus últimas apariciones, SOB (1981), de Blake Edwards o Starfighter (1984), de Nick Castle.

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