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miércoles, 27 de abril de 2011

Frenesí

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Si pensara en un director que ha sabido sacar un ingenioso y elocuente provecho, como recurso dramático, a los objetos, tanto dramáticamente como simbólicamente, el primero, sin duda, sería Alfred Hitchcock. Los ejemplos serían inagotables. La significancia de una flor de porcelana en 'Topaz' (1969), y cual variación musical qué fuerza dramática adquiría esa 'imagen' en la muerte de Juanita de Cordoba. El vaso de leche en 'Sospecha' (1941), las botellas de champagne en 'Encadenados' (1946), el moño en forma de espiral en 'Vertigo' (1956), el mechero en 'Extraños en un tren' (1951), la caja de cerillas en 'Con la muerte en los talones' (1959), los pájaros disecados en 'Psicosis' (1960). O el prendedor que se utiliza como mondadientes en 'Frenesí'(1972). En una de las primeras secuencias, cuando se nos presenta a Turk (Barry Foster), amigo del protagonista, Richard (Jon Finch), y que dirige un negocio de fruta, ya advertimos este detalle característico. Ese prendedor que lleva sujeto en la solapa de la chaqueta, y que adquiere protagonismo en la secuencia en la que viola y asesina a la ex esposa de Richard, Brenda (Barbara Leigh Hunt), en el despacho de la agencia matrimonial de ésta. Lo usa entre los dientes, tras haber culminado su 'acción', como quien se limpiara tras haber 'comido'. Secuencias más adelante, cuando la espiral de equívocos se haya precipitado cual espada de Damocles sobre Richard, cuya intemperancia le convierte en el principal sospechoso ( y más si la relación con su ex esposa era tan tensa: Tema, el de las transferencias o el doble, que daría para otro artículo: el asesino violador que irrumpe en el espacio propio de la mujer que ya no domina Richard), Turk comete otro crimen. Precisa, y no casualmente, asesina a Babs (Anna Massey), la novia de Richard (secuencia prodigiosa, servida en un ejemplar plano secuencia mediante un travelling, que sigue a ambos subiendo las escaleras hasta el piso de Turk, el cual, al disponerse a abrir la puerta, dice '¿sabes que eres mi tipo de mujer?', y entran, mientras la cámara desciende hasta salir de nuevo a la calle, donde el estrepito de los ruidos oculta lo que está ocurriendo dentro, mientras el mundo sigue sus movimientos ajeno a una nueva tragedia).
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El hecho es que llega el momento de desembarazarse del cadaver de Babs. Y esa noche decide esconderlo entre las patatas de un camión. Pero cuando vuelve a su piso, se percata de que le falta algo. Sí, el prendedor mondadientes. Toda esta secuencia dura alrededor de siete minutos, y revela esa capacidad única de Hitchcock para sacar fuerza expresiva de la fragmentación de los planos y la tensa exacerbación del tempo narrativo. Antes de que Turk pueda recuperar el mondadientes, el conductor llega, y arranca el camión, con lo cual Turk se queda atrapado dentro.Revuelve entre los sacos de patatas, zarandeado por los movimientos del camión, hasta que encuentra el cadaver.Un pie asoma entre las patatas, pero debe revolver más, y forcejear denodadamente para sacar el desnudo cuerpo del saco. Mientras, ignora que la puerta no ha sido bien cerrada, algo que tampoco había advertido el conductor, por lo que las patatas caen en la carretera, hasta que el conductor de otro coche le avisa al conductor, y este tiene que detenerse para cerrar. Si Turk estaba cada vez más enervado y crispado por la dificultad de sacar el cuerpo, ahora solo falta que le sorprendan ahí dentro. Pero no, no le distingue entre los sacos. Y ya ha sacado el cuerpo, pero no acaban ahí las complicaciones. Debe liberar el prendedor de la rígida mano de la chica ('prendido' en la mano). Y dado el rigor mortis que ha empezado a apoderarse de su cuerpo, tiene que romper, uno a uno, sus dedos para lograr extraerselo.
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El aliño de la secuencia es impecable. El humor negro, el detalle turbio, la crudeza palpable de la acción, el perverso juego con el punto del vista, porque, por unos instantes, logra que nos 'identifiquemos', o metamos en la piel del asesino, y compartamos su tensión y ansiedad, casi deseando que no sea sorprendido, e involucrándonos en sus improbos esfuerzos por recuperar su prendedor, el cual recuperará, pero aún no sabe que no todo se puede controlar. Ironía de nuevo perversa: Será precisamente su apego a la pulcritud (algo evidente en su forma de vestir, lo que revela su vanidad), lo que será su perdición. Cuando el camión al fin se detenga, y vaya al baño de un bar de carretera para limpiarse su polvoriento traje, será visto por una camarera. No sabe qué será una testigo fundamental más adelante. Qué ironías, ser un asesino pulcro, y frutero, y que unos sucios sacos de patatas sean tu perdición: la policía le 'prenderá'. Es lo que tiene la vanidad, a veces te ofusca el querer evitar que no te vean una micróscopica mancha entre los dientes, y las manchas siempre estarán ahí. No podemos escapar a ellas.

'Frenesí' (Frenzy, 1972), es otra de las obras maestras de Alfred Hitchcock, en la que Anthony Schaffer, el autor de la obra teatral y guionista de 'La huella' (1972), de Joseph L Mankiewicz, adapta la novela de Arthur Le Bern. La obra, fotografiada por Gilbert Taylor, es pródiga en grandes hallazgos, sea la perversa transición del plano del cadáver de la mujer desnuda en el Tamesis, con la corbata de un importante club como único atavío, al plano de Richard anudándose la suya ante el espejo. O el personaje del inspector Oxford (Alec McCowen) y las memorables secuencias de los vía crucis gastronómicos que sufre por las ansias experimentadoras de su esposa con la 'nouvelle cousine' francesa, mientras comentan los pormenores del caso.

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