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sábado, 2 de abril de 2011

En rodaje: Frank Borzage y Errol Flynn. Green light: la alquimia del sacrificio

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Frank Borzage y Errol Flynn durante el rodaje de una secuencia de la 'Green light' (1937, una estimulante obra en la que Borzage da rienda suelta a su exultante misticismo, entre cirujías del cuerpo y del alma, y en el que la noción del sacrificio vuelve a aparecer como expresión de una transfiguración alquímica, de la entrega como superación y realización, la fé como impulso de acción que se enfrenta a las 'cojeras' de la vida. El doctor Newell asume la responsabilidad de una negligencia, que determina la muerte de una paciente en la mesa de operación, cuando era de otro médico, Endicott (Henry O'Neill), aquel que había sido su figura ejemplar a seguir, quien le instruyó en los conocimientos médicos. La 'cojera' emocional o moral de éste había sido el enredarse en una compulsión inversora que había provocado que perdiera sus ahorros. Asumir su error implicaría perder todo, su mismo trabajo, lo que había edificado en su vida, sin posibilidad, por su edad, de reinicio. Newell 'carga' con su error, por ese sentimiento de lealtad, pero a la vez es como si perdiera la luz, como si postrara su ánimo. A lo que se suma que se enamora de la hija de la fallecida, que reacciona dolidamente cuando descubre que él es el supuesto responsable de tal error. La suma de todo ello determina a Newell a viajar a las montañas rocosas, a ayudar a un amigo, el doctor Stafford (Walter Abel) que lucha por encontrar la vacuna contra la carcoma que está matando a los habitantes del lugar. Newell, incluso, se ofrecerá como voluntario para probar esas posibles vacunas, con riesgo de su vida, lo que da lugar a unas secuencias de catártica intensidad, que culmina, alquimicamente, con la conciliación de todos, la confianza recuperada de su amada, y el reconocimiento de su error de Endicott.
Pocos cineastas como Borzage han escanciado la emoción de un modo tan depurado.

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