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sábado, 5 de marzo de 2011
Cadenas rotas
Las 'grandes expectativas' (más preciso que 'esperanzas') a las que alude el título de la novela de Charles Dickens y esta gran adaptación de David Lean, 'Cadenas rotas' (1946), se explicita en los deseos del misterioso benefactor de Pip (John Mills), tras que éste cumpla veinte años, de que este se convierta en un 'caballero', alguien con 'grandes expectativas'. Claro que la realidad no se ajustar al modelo, de lo que el mismo Pip se apercibirá, ya que se convierte más bien en un snob, que incuso recibe, y reacciona, con verguenza, cuando le visite el marido de su hermana, Joe (Bernard Miles), que le recuerda su pasado, las marismas en las que vivía, y en la que su destino era convertirse en herrero como éste si el azar (la fortuna) no hubiera mediado. Ahora siendo parte de un ambiente de privilegios y ostentación, el recuerdo de su extracción 'humilde' es como un desdoro (verguenza) de imagen social. Pip, de hecho, piensa que es alguien perteneciente a una clase privilegiada, Mrs. Havisham (Martita Hunt), quien es su benefactora misteriosa, cuando, para su sorpresa, es aquel fugitivo de la cárcel, Magwitch (Finlay Currie) que ayudó dándole comida el que, enriquecido con su rancho ganadero en Australia, le ha ayudado: una ironía para sus presunciones de falaces sueños elevados de prestigio, como lo es (reflejo de una contradicción) que acabe asemejándose más a su hermana, aquella (frente al candor de su marido) que le sometía a una férrea disciplina (azotándole con una vara si llegaba tarde) y cuyas ínfulas de lustre social queda reflejado en la secuencia en que recibe a unos vecinos, todos ataviados peripuestamente.
Grandes expectativas es las que tenía Mrs Havisham, quien al verlas frustradas vive detenida en el tiempo, como el reloj que señala la misma hora, aquella en la que recibió la carta en la que su prometido le notificaba que no iba a casarse con ella. El espacio en el que vive son las ruinas de aquel tiempo, el vestigio de esa decepción, esa falta de luz ( esa que no deja entrar en ningún aposento de la mansión). Los restos del banquete permanecen, como la tarta roida en esos veinticinco años por las ratas (aunque, como ella dice, fue algo peor lo que ha roído su corazón, y por eso aún viste el vestido de novia, inmovilizada en su pena). Mrs Havisham también inculca un modelo a su hija adoptada, Estella(Jean Simmons, con catorce años, y Valerie Hobson, ya adulta), el de su despecho. Quiere que seduzca y cautive a todos los hombres, sin ella entregarse, convirtiéndola en una mujer sin corazón (que Estella reconoce con orgullo). Pip ya desde su catorce años (interpretado por Anthony Wager), quedará prendado de ella, cuando sea requerido por Mrs Havisham para que le entretenga con sus juegos, hasta el momento en que tenga que empezar su dedicación como aprendiz de herrero.
Si Magwitch es un hombre en fuga, un fugitivo, por las circunstancias, tanto cuando huye de la prisión, como en años venideros cuando se convierte en proscrito y no puede volver a Inglaterra, ya que podría ser detenido, lo es por las circunstancias, porque su visión de la vida es clara (será la guía que restituya con su nueva aparición el desvío en el camino de la vida de Pip en sus presunciones arrogantes), MrHavisham vive en fuga, de sí misma, y de la vida, en su inmovilismo, engarfiada en el pasado, y emponzoñando la mente de Estella. Es fascinante, en el prodigioso primera tramo de la película, el contraste de espacios. Ya sobrecoge el inicio: La figura de Pip se perfila en el horizonte de la marisma (una sombra que alcanzará la luz en las secuencias finales), cuando visita el cementerio donde yace su madre. Lean crea una tensión que insufla de atmósfera siniestra, desapacible, jugando con la atemorizada mirada de Pip, la inquietante construcción de la iglesia al fndo del plano ( acentuado por las lentes largas que usa Lean), el movimiento de las ramas secas por el viento, culminando con la aparición imprevista de Magwitch. Las marismas están dominadas por las brumas ( como la mente de los personajes,Pip, Mrs Havisham, Estella), como esa falta de luz citada en el abigarrado, y tan o más siniestro espacio de la mansión de Mrs Havisham (la intemperie que transmiten sus corredores y escaleras es aún mayor que la de las marismas).
Y será, precisamente, en este espacio (de ensimismada inmovilidad) donde Pip dotará de luz a su vida, y a su relación con Estela, quien se había resignado, tras la muerte de Mrs Havisham (abrasada, accidentalmente, tras que Pip le reproche cómo ha emponzoñado la mente de Estela, y logrado amargar, por extensión, su propia vida; el primer momento en que Mrs Havisham mostrará sus primeros remordimientos por su ciega actiutud, por las brasas que dominaban su mente), cuando descorra todas las cortinas que tapiaban las ventanas, haciendo que por primera vez en muchos año la luz entre en los aposentos. Así, Pip y Estella abandonarán la casa, o lo que es lo mismo, abandonarán las brumas y la falta de luz que había ofuscado sus mentes, unas ilusorias y erróneas expectativas que no eran consecuente con el sentimiento verdadero e integro.
'Cadenas rotas' (Great expectations, 1946), es la magnífica adaptación de David Lean de la obra de Charles Dickens. El proyecto nació cuando Lean presenció la adaptación que había realizado para el teatro Alec Guinness (en la que interpretaba el mismo papel que la película) en 1939. Lean escribió el guión junto a Anthony Havelock Allan, Ronald Neame, Kay Walsh y Cecil McGovern. La asombrosa dirección fotográfica corresponde a Guy Green (tras que Lean sustituyera a Robert Krasker porque aplicaba una iluminación demasiado suave). La dirección artística es portentosa, a cargo de John Bryan y Wilfred Shingleton (qué hermosos eran aquellos decorados de estudio).Como anécdota, señalar que el vestido de Jean Simmons se incendió en un lance del rodaje, y fue salvada gracias al joven actor Anthnoy Wager, quien parece también estaba cautivado por la actriz, como su personaje.
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