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miércoles, 5 de febrero de 2014
Matthew McConaughey, el sendero de la resurrección
Si en directores, David O Russell parece el niño bonito del momento en Hollywood, en cuanto actores, lo es Matthew McConaughey. De transitar las simas de los subproductos en forma de comedias inanes (la fase siniestra que va de Planes de boda, 2001, a Los fantasmas de mis ex novias, 2009, pasando por Como perder a un chico en 10 días, 2003, Novia por contrato, 2005 o Como locos a por el oro, 2008) e incluso de ser considerado un mero galán insulso e insipido, ha pasado a convertirse en uno de los actores más admirados del momento. Su talento brilla en grandes obras como 'Bernie' (2011), de Richard Linklater o 'Mud' (2012), de Jeff Nichols, como su presencia dota de esplendor a obras fallidas (aunque no les falte cuantiosos admiradores), sea como presencia fugaz en 'El lobo de Wall street' (2013), de Martin Scorsese o protagonista 'Killer Joe' (2011), de William Friedkin, ejemplos de películas cortocircuitadas, una por atascarse en una reiteración que permite que sea absorbida cual agujero negro por lo que cuestiona, y otra por sobresaturación de regodeo en lo abyecto ( o cómo quemar una película por forzar la maquina). Entremedias, daba otro recital en una sugerente obra de Steven Sodebergh, 'Magic Mike' (2012), o en la discreta 'El inocente' (2011), de Brad Furman. Pese a todo tampoco conviene olvidar que entre sus primeros pasos resplandece la magnífica 'Lone star' (1996) y que bordó un personaje sombrío en 'El imperio del fuego' (2002), de Rob Bowman. Su presencia, en cambio, es verdad que no acababa de cuajar en grandes producciones como 'Tiempo de amistad' (1996), de Joel Schumacher, donde era barrido por presencias como Kevin Spacey, 'Amistad' (1997), de Steven Spielberg, 'Contact' (1997), de Robert Zemeckis, o ni siquiera en 'U-571' (2000), de Jonathan Mostow o en la estimable 'Vidas contadas' (2002), de Jill Sprecher. Presencia diluida, sin condensar, tanto en 'Sahara' (2005), de Breck Eisner como en 'Apostando al límite (2005), de DJ Caruso o cuando menos meramente aplicada en 'Equipo Marshall' (2006), de McG, o 'Tropic thunder' (2008), de Ben Stiller, como quien aún no hubiera abandonado cierta adolescencia actoral, o no acabara de definirse, pese a ciertos fulgores puntuales. Y ahora deslumbra en la serie 'True detective', a la espera del estreno de 'Interestellar' de Christopher Nolan, y de un más que probable Oscar al mejor actor por 'Dallas buyer club' de Jean Marc Valleé. Su próximo proyecto, 'Sea of trees', de Gus Van Sant, en la que su personaje establece relación, en un bosque de suicidas bajo el Fujiyama, con un japonés, encarnado por Ken Watanabe. Puede sonar a la ecuación de 'Infierno en el pacífico' de John Boorman, pero parece que transita otros senderos: La historia se centra en el recorrido que un estadounidense hace por el famoso "Bosque de los suicidas", a los pies del monte Fuji, con la intención de quitarse la vida. Cuando es interrumpido por un hombre japonés que anteriormente también tuvo dudas sobre su propio suicidio, ambos intentarán encontrar una salida del bosque, dando así comienzo un camino de reflexión a la supervivencia. Fotografía de Marc Hom
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