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jueves, 5 de diciembre de 2013

Incidente en Loch Ness

No resulta chocante que a un cineasta como Werner Herzog, tan interesado en contrastar las versiones con los hechos, le propongan la dirección de un documental sobre una figura legendaria como el monstruo del lago Ness. Resulta tentador para quien le gusta desentrañar las falacias, destripar las proyecciones enajenadas, cuando no interesadas. Se lo propone Zack Penn, argumentista de 'El último héroe de acción' (1993), de John McTiernan, cuya historia transitaba entre dos mundos, el real y el imaginario, el de la pantalla cinematográfica, que el niño protagonista cruzaba cual espejo carrolliano, y también de otra propuesta que transitaba en un universo fuera de lo corriente, entre mutantes, X-men 2 (2003), de Bryan Singer, o cómo lo soñado, poseer poderes especiales, también se puede convertir en un estigma. La fantasía proyectada puede convertirse en recordatorio de las propias incapacidades, por lo que alguien que posee cualidades excepcionales se convierte en un marginado. Y ser diferente en algo siempre es una buena excusa para pergeñar una ficción en la que hay un opuesto que estigmatizar como amenaza.
Penn ejerce en este caso de productor, y lanza la propuesta a Herzog cuando están realizando un documental sobre su figura, dirigido por el director de fotografía John Bailey, cuyas cámaras acompañarán la acción, rodando otro rodaje, el del equipo que dirige Herzog en Escocia, cuyo director de fotografía es Gabriel Beristain. Pronto se adverirán distintas actitudes en la forma de enfocar el proyecto, o hay quien pretende enfocar, Herzog, y quien pretenden desenfocar, Penn, porque, como productor, tiene en mente el proyecto como producto, y los productos se venden. Herzog no aprueba cierta tendencia a la manipulación de la realidad por parte de Penn y a la interferencia con ciertos elementos que buscan el impacto dramático, sea con un falso científico que provoque ciertos conflictos o introduciendo a una experta en sonar que no es sino una modelo que prontamente se mostrará en un escueto bikini. La tendencia de Herzog a desentrañar lo falaz, a buscar lo real, entrará en colisión con la tendencia a la manipulación de apariencias y a la desnaturalización del documento en favor de la escenificación, de una velada dramatización, por parte de Penn.
Pero la perspectiva abre otro ángulo cuando la percepción de la realidad parece mutarse al entreverse la posibilidad de que quizá sí exista alguna extraña criatura en ese lago, como si se entrara en uno de los universos que guioniza Penn, y el documental se tornara en relato de terror. Cuando lo monstruoso irrumpe parece que fuera una especie de sanción ante esa arrogancia de espectacularizar la aproximación a lo real, o subordinar lo real al espectáculo, a los resortes convencionales de la ficción, o de la ficcionalización más trivial. La necesidad de leyendas como la del lago Ness se equipara, entonces, con la necesidad de espectacularizar los relatos. Durante la presentación de la película, de 'Incidente en Loch Ness' (2004), en el Festival de Edimburgo, un espectador preguntó al director, Zack Penn, si habían maltratado a algunas de las criaturas que interpretaban al monstruo del lago Ness. Penn replicó que no podía garantizar que no fuera así. Quizá fuera parte del mismo juego, tan falso o preparado ese diálogo, como las discusiones entre Herzog y Penn en los audiocomentarios de la edición del DVD, que acaban con la marcha airada del cineasta alemán antes de finalizar (como si prosiguieran los roces 'representados' en la película). Una escenificación, como el mismo juego que representa este falso documental que es 'Incidente en Loch Ness'. John Bailey no está realizando ningún documental sobre Herzog, sino que es el director de fotografía de esta película mutante que dirige Penn.
Al año siguiente muchos espectadores también pensaron que 'Grizzly man' (2005), de Herzog era, como esta, un falso documental, que Treadwell, aquel hombre que convivió con los osos durante trece años, hasta ser muerto y devorado por ellos, no podía ser real, sino inventado. Pero era real. Lo que sí sería también una ficción, pero utilizando en su mayor parte imágenes de archivo o de documento, fue 'The wild blue yonder' (2005), un sublime poema narrado por un extraterrestre con imágenes de inmersiones bajo el hielo y una misión espacial. 'Incidente en loch Ness' no es un documental sobre un documental, sino una ficción. O es una travesura. Jugar a poner cara de poker como si todo lo que está ocurriendo en la pantalla está ocurriendo efectivamente aunque sabemos que es una pantalla, pero hay tantas pantallas dentro de las pantallas que a veces resulta difícil orientarse en el juego de espejos. Penn y Herzog esconden el hilo o más bien hacen nudos con el. Y ocultar el guiño tiene su gracia cuando se hace con ingenio. En el principio era la escenificación, y mientras vivimos nos dedicamos a enrollar el sedal del carrete a ver si había un pez o no. O un gato, según Schrodinger.

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