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domingo, 15 de enero de 2012

Pandora y el holandés errante - Imágenes de un rodaje

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Albert Lewin, James Mason, Ava Gardner y el director de fotografía Jack Cardiff en varios momentos del rodaje de la extraordinaria, y rareza donde las haya, 'Pandora y el holandés errante' (Pandora and the flying dutchman, 1951), rodada en Cataluña, en Tossa del mar. Un hombre (Mason) condenado a errar en el tiempo por las faltas cometidas en vida, se enamora de una mujer (Gardner) que arrastra otra condena, la de convertirse en foco de desgracia para aquellos que se enamoran de ella. El sacrificio que ambos realizan, uno por las desgracias pasadas a las que sometió a los otros, y otra por las presentes, uniéndose en su amor puro y entregado en un tiempo fuera de toda dimensión temporal conocida, se encarna como la respuesta a esos otros seres que destrozan cualquier vida ajena en nombre de su ego. Quizás, también nos viene a decir, una entrega mutua de esa índole parece fuera de este mundo, definido y dominado por seres depredadores, arribistas o cínicos que sólo piensan en su propio beneficio, el de su narcisismo inflamado, y aprovechándose lo que pueden de los demás (reflejado en el pintor Strickland (George Sanders), trasunto de Gauguin, Dorian Gray (Hurd Hurdfield), y el periodista, Bel ami (George Sanders) protagonistas de las muy sugerentes obras previas Lewin, uno de los más singulares cineastasque ha habido en Hollywood, 'Soberbia' (1943), 'El retrato de Dorian Gray' (1945) y 'La vida privada de Bel Ami' (1947). Todos ellos carecen de escrúpulo alguno en su búsqueda de la detentación de un Absoluto, ya sea el arte, la posición privilegiada o el Ideal de lo Bello. Pandora y el holandés errante se revelan como su contrarreplica.

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