Olivier Assayas y Jeremy Rennier, durante el rodaje de 'Las horas del verano' (2008). Posee esa belleza sutil y delicada de otra de sus grandes obras, 'Finales de agosto, principios de septiembre' (1998). Los intersticios en la narración son tan elocuentes, o más, que lo que vemos, la raiz de las vivencias que no se captan en su huidiza apariencia en la que parece que tan poco acontece.
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