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martes, 1 de febrero de 2011
Ian McKellen, el rostro de la sabiduría
Ian McKellen, fotografiado por Nigel Parry. El rostro de la sabiduría. Alcanzó la popularidad con sus memorables creaciones de Gandalf y Magneto, en la trilogía de 'El señor de los anillos'( 2001-03), dirigida por Peter Jackson, y en las tres obras de X-men, las dos dirigidas por Bryan Singer en el 2000 y en el 2003 y por Brett Ratner en el 2006. Y había alcanzado un amplio reconocimiento en 1998, gracias a una de las más admirables interpretaciones de las últimas décadas, como el cineasta James Whale en la estupenda 'Dioses y monstruos' (1998), de Bill Condon. Este septuagenario actor centró su dedicación actoral en el teatro en las primeras décadas de su vida, realizando su primera aparición en la pantalla en 'The promise', de Michael Hayes, pero sus apariciones serían muy intermitentes en los 70, como sus trabajos para televisión en las adaptaciones de 'Macbeth' y 'El rey Lear'. Empezaría a ser presencia más habitual en la pantalla a principios de los 80, cuando encarnó a DH Lawrence en 'Priest of love' (1981), de Christopher Miles, aunque tampoco prodigándose mucho. Destacó en la interesante segunda obra de Michael Mann, 'La fortaleza maldita' (1983), y en una obra extraordinaria, no estrenada aquí, 'Zina' (1985), de Ken McMullen, en la que interpretaba al psiquiatra que asistía a la hija de Trotsky. El primer papel con el que alcanzó cierta notoriedad fue en la, valga la paradoja, discreta'Escándalo' (1990), de Michael Lindsay Hogg, en el que encarnaba a John Profumo, el ministro de guerra británico envuelto en un notorio escándalo público de índole sexual (por su relación con una prostituta). En los 90 intervino en 'El último gran héroe' (1992), de John McTiernan, 'Seis grados de separación' (1993), de Fred Schepisi, 'Restauración' (1995), de Michael Hoffman, 'Ricardo III' (1995), de Richard Loncraine, en cuyo guión participó, 'El hombre que vino del mar' (1997), de Beeban Kidron, según un magnífico relato corto de Joseph Conrad (' Amy Foster') y brilló sobremanera en la sugerente'Verano de corrupción' (1998), de Bryan Singer, en la piel de un nazi, que dirigió un campo de concentración, camuflado en una anodina población california, chantajeado por un joven discípulo de la perfidia. Fue nota de distinción hasta en la insipida 'El código Da Vinci' (2004), de Ron Howard. Por otro lado, desde principios de los 90, se convirtió en entregado activista en favor de los derechos de los homosexuales, siendo uno de los miembros fundadores de Stonewall, de la cual sigue siendo un portavoz destacado. McKellen hizo pública su condición homosexual en 1988. En aquel entonces, en plena era siniestra de Margaret Thatcher, se debatía en el Parlamento Británico una controvertida enmienda que prohibía, entre otras cosas, hablar de homosexualidad en las escuelas, conocida popularmente como el Artículo 28. Él se manifestó como gay en un programa de radio de la BBC, durante un debate que mantenía con un periodista conservador. Dos años después sería nombrado caballero por la 'dama de hierro', una de sus últimas decisiones en su cargo (McKellen relata que recibió la llamada que le comunicaba su nombramiento mientras veía por televisión cómo Thatcher abandonaba su residencia en Downing street).
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