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domingo, 18 de noviembre de 2012

Sin ley, exceso de corrección. Nick Cave & Warren Ellis, la emoción que no cuajó


'Sin ley' (2012), de John Hillcoat, es de esas películas de las que uno tiene la sensación que ya las ha visto antes, o que están superpuestas a otras tantas que han surcado los senderos de las películas de gangsters, aderezados con cierto aire de western. Lejos queda Hillcoat de la cautivadora abstracción que raspaba la piel de 'The proposition', o, como referente de esa mezcolanza genérica, la 'El último hombre' de Walter Hill, y eso que era una tercera versión ( muy superior a la de Leone). En 'Sin ley' no lograban afectarme o importarme mucho los avatares de este trío de hermanos traficadores de whisky, aunque sí me preguntaba por qué un actor tan insipido y carente de carisma, como Shia LeBouf, es tan requerido por productores y directores. Tom Hardy parece aún metido en su personaje de 'The dark knight rises' (2012),de Christopher Nolan, sin máscara, aunque no se note en ocasiones la diferencia. Gary Oldman realiza, desafortunadamente, una breve aparición, porque sigue bordando interpretaciones desde que ha optado por la elocuente contención dejando atrás su querencia por el histrionismo más desaforado y estrambótico. Jessica Chastain y Mia Wasikowska demuestran, de nuevo, que son buenas actrices, con potente presencia, pero sus personajes no sobrepasan lo decorativo, y sus relaciones sentimentales con dos de los hermanos no acaban de encajar en el maniqui narrativo, impecablemente narrado, con un loable sentido de la composición, pero todo demasiado en su sitio, como quien ha diseñado un escaparate con un meticuloso mimo (hasta la estupenda música de Nick Cave, también guionista, y Warren Ellis, parece que también se difuminara). La única nota discordante, y por ello estimulante, es la presencia o interpretación de Guy Pearce como el villano de la historia. Quizá da la medida de lo que poco sugerente que me resultó tan aplicada corrección o discreción, casi de manual, que al final deseaba que fuera un personaje tan repulsivo, abyecto y mezquino como el de Pearce, o sea el lobo, el que se cargara a los tres hermanitos cerditos ,aunque sólo fuera para dar un giro sorprendente que reanimara a la narración.

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