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jueves, 15 de noviembre de 2012

Cargamento blindado

Photobucket Hay una muy sugerente secuencia, quizá la más brillante, de ‘Cargamento blinado’ (Sealed cargo, 1951), de Alfred Werker, que parece extraída de una de esas obras que navegan entre las aguas genéricas de la aventura y del fantástico, en las que destaca la figura del barco abandonado, a la deriva, sea ‘fantasma’ o no. Incluso, en algunas, se convierte en el escenario fundamental, caso de las poco inspiradas ‘El barco de la muerte’ (1980), de Alvin Rakoff, ‘Deep rising’ (1998), de Stephen Sommers, ‘El barco fantasma’ (2002), de Steve Beck o ‘Triangle’ (2009), de Christopher Smith. O, como en ‘El misterio del barco perdido’ (1959), puede ser raíz de un enigma a resolver, sobre qué debió ocurrir en un barco en el que faltan casi todos los tripulantes, excepto uno, de la que parece un antecedente la obra de Werker. Photobucket En este caso, hay que remarcar que la circunstancia es la de tiempos de guerra, en 1943. Los tripulantes del pesquero que capitanea Bannon (Dana Andrews) han escuchado en la oscuridad una sucesión de descargas (saben que suele haber submarinos alemanes por la zona), y han visto cómo lanzaban unas bengalas. Werker se toma su tiempo, estirando la cuerda de la duración (y por ello de la tensión), para narrar los cautos movimientos de los que ascienden a un carguero danés en el que no parece responder nadie. Parece que se desplazaran en sueño, en otra dimensión, sensación acrecentada por la bruma que domina el escenario. Encuentran un cadáver, una puerta se entorna, con un alargado chirrido, por una corriente de aire, y al fondo del pasillo avistan la figura del capitán, Skalder (Claude Rains), el único hombre a bordo. Sus explicaciones sobre que los hombres le abandonaron cuando les interceptó un submarino alemán no acaban de disipar las dudas. Photobucket Porque en las primeras secuencias se ha ido bosquejando una intrigante atmósfera de incertidumbre, ya que Bannon no puede asegurar quién, en su barco, puede ser un agente alemán (aquel que ha inutilizado su radio o que, en una magnífica secuencia, envía señales con una luz desde un camarote); quizá lo sea alguno de los dos daneses que acaban de incorporarse a su tripulación, Konrad (Philip Dorn) o Holger ( Eric Felgary), o la pasajera que quiere ir a la isla para ver a su padre enfermo, Margaret (Carla Balenda). Siempre suelen ser más interesantes este tipo de obra en sus pasajes trazados por la incógnita, cuando lo posible se despliega en varios frentes, o son obras cuyo desafío mayor es lograr mantener el interés cuando las incógnitas se van esclareciendo, algo que no ocurre por ejemplo a la citada obra de Anderson. La de Werker, no decae, a partir de que se desvele (además, prontamente), en otra excelente secuencia de incursión nocturna en el barco, que hay un ‘lado oculto’ que literalmente parece de otro barco por su tan extremadamente diferente diseño, cuyo efecto es doblemente sorprendente, porque nos hace tomar consciencia de en qué tiempo o año estamos, tal es la indefinida sensación temporal que transpiraba el relato hasta entonces. Photobucket La obra logra no perder el rumbo en su singular mezcolanza de resonancias genéricas, aventura (uno de los guionistas es Dale Van Every, que colaboró en los guiones de ‘Capitanes intrépidos’, 1936, de Victor Fleming y las excelentes ‘Almas en el mar’ 1936, y ‘Lobos de mar’, 1938, ambas de Henry Hathaway), fantástico, intriga o thriller (hay que recordar que Werker dirigió una de las más estimulantes piezas del Holmes que encarnó Rathbone, ‘Las aventuras de Sherlock holmes’, 1939), y bélico. Mantiene la intriga con las tácticas que pone en marcha Bannon para solucionar la situación de amenaza para los habitantes del pueblo de la pequeña isla en la que han recalado, y resuelve con precisa eficacia los enfrentamientos armados (una emboscada nocturna que pudiera estar extraída de una película de aventuras, como ‘El halcón y la flecha, 1951, de Jacques Tourneur). Pero, ante todo, queda en el recuerdo un sugestivo deslizamiento en un mundo en sombras que fusiona diversos géneros, y hasta tiempos, con vibrante armonía.

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