Hedy Lamarr y sus bustos. La primera fotografía fue realizada por Eric Carpenter en febrero de 1939.
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jueves, 31 de mayo de 2012
Hedy Lamarr y sus bustos
Hedy Lamarr y sus bustos. La primera fotografía fue realizada por Eric Carpenter en febrero de 1939.
Plácidas pausas de rodaje: Leo McCarey, Gary Cooper e Ingrid Bergman
Marion Benda, la dama de negro de Valentino
Plácidas pausas de rodaje: Joan Fontaine, Jean Simmons y Sandra Dee
Yo fui el doble de Montgomery
1.Una de las atractivas particularidades de 'Yo fui el doble de Montgomery' (I was Monty's double, 1958), de John Guillermin, es que uno de sus interpretes, M.E. Clifton James, se interpreta a sí mismo en un relato que se centra en su experiencia interpretando a una celebre figura, el general Montgomery, al que suplantó durante las cinco semanas previas al desembarco de las fuerzas aliadas, el Dia D, como maniobra de distracción ideada por los servicios secretos británicos, para que los alemanes pensaran, por su 'presencia' en Argel o El Cairo, que el desembarco iba a tener lugar por el sur de Europa. El actor y luego director Bryan Forbes (que tiene una breve intervención en el tramo final) adapta la novela que escribió el propio Clfton James en 1954, aportando un par de suculentas variaciones (la primera enriquece el entramado conceptual, la segunda dinamiza el relato en ese último tramo). Según relata Clifton James (si aceptamos como veridico lo que expone en su novela) fue un oficial quien le descubrió revisando unas fotografías, y después fue el actor David Niven, que servía como teniente coronel, quien contactó con él. En la película, es el Mayor Harvey (John Mills), perteneciente a los servicios secretos, quien lo descubre accidentalmente en un teatro tras sufrir una cierta decepción sentimental. De un fracaso o de una frustración brota la semilla de un futuro éxito ( Harvey había acudido al teatro porque le habían dicho que ahí estaría la secretaria que le había atraido meses atrás, pero descubre que está casada). En un espacio de representación brota la semilla de otra representación, cómo lograr esa maniobra de distracción con la que había estado forcejeando junto al coronel Logan.
miércoles, 30 de mayo de 2012
William Powell y su busto
Joan Crawford y el payaso
El nacimiento de un plano: Vincent Price, Richard Basehart , David Hedison y las marionetas letales
Richard Basehart y David Hedison, protagonistas de la serie creada por Irwin Allen, 'Viaje al fondo del mar' (1964-1968), con unas réplicas suyas en forma de marionetas, junto a Vincent Price, artista invitado en el episodio 2 de la cuarta temporada, 'The deadly dolls' (1967), de Harry Harris, en el que Price interpreta a un marionetista que es contratado para animar a la tripulación del 'Seaview' . Claro que las marionetas están vivas, y su propósito es suplantar a los tripulantes como si fueran un duplicado (vamos, como los ultracuerpos). Uno de mis primeros recuerdos cinéfilos están relacionados con esta serie, aquella letanía de sonido del 'Seaview' que parecía el diapasón de su respiración...
Erwin Kermorvant - Les lyonnais
La hermosa banda sonora de Erwin Kermovant no deja de ser un ajustado reflejo de la (tonificante) intensidad de 'Les lyonnais' (2012), de Olivier Marchal. Curiosa, o casualmente, varias producciones francesas han sido los estrenos más estimulantes de estos dos últimos meses (quitando alguna periférica producción estadounidense, como 'Martha Marcy May Marlene' o 'Take shelter'). Súmese a esta estimulante obra, 'Adiós a la reina' de Benoit Jacquot y, sobre todo, 'Un amour de jeunesse' de Mia Hansen Love (sin olvidar el previo estreno tardío de 'Las malas hierbas' de Alain Resnais), y aunque no me parece que superen la discreción, hay que mencionar las agradables propuestas no carentes de interés de 'Intocable' o 'Las nieves del Kilimanjaro'. Aparte, es la constatación, una vez más, de la notoria superioridad de la producción de nuestro país vecino con respecto a la de aquí. Y, por último, dado cómo está de extendida la consideración de que es mucho más saludable el estado de las producciones televisivas que el de las cinematográficas (cuando menos de habla inglesa), parece que Francia escapa a ese diagnóstico.
La pantera rosa - Imágenes de un rodaje
martes, 29 de mayo de 2012
Helen Chadwick, de estrella a extra
El nacimiento de un plano: Wellman, Rogers
Alas
lunes, 28 de mayo de 2012
Walter Huston, soberanía y magnetismo
domingo, 27 de mayo de 2012
Norman Lloyd, el hombre que cayó de la estatua de la libertad y fue perseguido por la Caza de Brujas
Norman Lloyd, el hombre que cayó de la Estatua de la libertad, en 'Sabotaje' (Saboteur, 1942), de Alfred Hitchcock, va camino de cumplir los 98 años. Precisamente fue Hitchcock quien le rescató del estigma de ser incluido en la lista negra de la Caza de Brujas, cuya presión había acabado con el sistema nervioso y la vida de su amigo John Garfield, y que le había sumido, como a tantos otros, en el desempleo. Hitchcock le contrató como productor asociado y director de varios episodios de la serie 'Alfred Hitchcock presenta'. Durante la década de los 60 y 70 continuo dedicándos a ambas funciones en el medio televisivo, y a esporádicas intervenciones como interprete. En los 80 formaría parte del reparto de la serie 'St Elsewhere' (1982-1988), y realizó otra memorable siniestra intepretación como el director del colegio en 'El club de los poetas muertos' (1988), de Peter Weir. En el 2007 un documental, 'Who is Norman Lloyd?', de Matthew Sussman, se centró en la figura de este actor que había trabajado en eL Mercury Theater, junto a Orson Welles, a finales de los años 30, y que tuvo intervenciones secundarias en 'El hombre del sur' (1942), de Jean Renoir, 'Recuerda' (1945), de Alfred Hitchcock, 'Un paseo bajo el sol' (1945), de Lewis Milestone, del que fue asistente de dirección en 'Arco de triunfo' (1948), y, especialmente memorable, como el bardo de 'El halcón y la flecha' (1950), de Jacques Tourneur.
La kermesse heroica
La 'Kermesse heroica' (La kermesse heroique, 1935), de Jacques Feyder, se presenta como una obra cómico heróica. Su mordaz irreverencia, que le supuso padecer censuras y prohibiciones en diversos países, se transluce en la paradoja de su situación dramática: la llegada de los dominadores, el ejercito de los tercios españoles,a un pueblo, Boom, de la sometida Flandes (en 1616, en una guerra que duró ochenta años, 1568-1648), propiciará la rebelión ante otros sometimientos, el que sufría la mujer con respecto al hombre, y el de unas costumbres que beneficiaban a los privilegios de los pudientes, como el matrimonio concertado del alcalde, Korbus (André Alermé), con un rico carnicero en detrimento del que es el verdadero amor de su hija, el pintor, Breughel(cuya propuesta el alcalde calificará de irrisoria, cómo su hija se va a casar con un artista, 'un pordiosero'), aunque bien que sirva el pintor para satisfacer su vanidad ( la pintura en la que retrata a las fuerzas del orden, un cuadro que evoca a Rembrandt). La llegada de los españoles es recibida con terror por parte de las fuerzas vivas del pueblo, es decir, de los hombres, ya que consideran que no hay furia como la española (Feyder intercala un sobecogedor flash forward que corresponde a los horrores que imaginan realizarán los españoles, arrasando el pueblo, violando a las mujeres, incluso lanzando bebés para ser ensartados contra unas picas).
Pero ese miedo, ese pánico tan tétrico como tenebroso, que determinan a los hombres optan por esconder la cabeza como el avestruz (el alcalde se hará pasar por muerto, esperando que a situación de luto condicione a los españoles a no arrasar el pueblo, y 'sólo' ultrajar a las mujeres), se verá contrarrestada por la determinación de las mujeres, comandadas por Cornelia (Francoise Rosay), la esposa del alcalde (que ya se había enfrentado a él en la cuestión del matrimonio concertado de su hija), decididas a enfrentarse a la tradición de un sometimiento, el de la mujer por el hombre, y prepararan una representación para recibir a los españoles, y evitar su violencia. Hay que reseñar que el voto femenino no se aprobó en Francia hasta 1944 y en Bélgica hasta 1947.Fue una de las razones dela incomodidad que causó laobra, así como su irreverencia contra el ejercito, la iglesia, el nacionalismo, las figuras del poder (la película sería prohíbida por el franquismo y los nazis; en Brujas sufrió la reacción agresiva de las fuerzas nacionalistas radicales que intentaron impedir su estreno, como en otras ciudades). Y el heroismo (o su noción convencional), de ahí su calificación de película heróico cómica, de aguda sátira, con estructura de relato coral, de la que debió tomar buena nota Luis Garcia Berlanga. Tanto las figuras masculinas (con la elocuente excepción del pintor,el único que se decide a colaborar con las mujeres), como las representantes del poder (que coinciden) serán vapuleadas con aguda ironía con las habilidades que despliegan las mujeres como anfitrionas de los españoles, comandados por el duque de Olivares (Jean Murat), que no sólo se verán ultrajadas sino que gozarán con sumo placer de la sensualidad ( como contundente lección para sus hipócritas y arrogantes maridos; inclusive la variante homosexual como esa brillante secuencia en la que un oficial español y uno de los cargos de la alcaldía comparten su afición y entusiasmo por la calceta), del mismo modo que el 'pordiosero' del artista y su amada podrán ver materializado su amor.
Otra buena puya es el apunte de que lo que más realmente se valora, más allá de los estandartes de los que se haga alarde (patria, religión...), es el dinero (a lo que cede hasta ese capellán, magníficamente encarnado por Louis Jouvet, que se supone había hecho voto de probreza, que había sido asesor de la inquisición en Toledo y que desprecia al herético de Erasmus). En suma, una vibrante y vivaz comedia, repleta de inventiva (no olvidar el uso del fuera de campo en la serie de secuencias que se repiten de los encuentros amorosos entre un oficial español y una mujer flamenca, que finalizan siempre con el detalle de una mano que corre los visillos) que hace del epicureismo, de la seducción (de la inteligencia), de la irreverencia y del talante pacífico el más lúcido acto de resistencia y disidencia.
No hagan olas - Imágenes de un rodaje
Tony Curtis, Sharon Tate, Claudia Cardinale, Dave Draper y Jim Backus en varios momentos del rodaje de 'No hagan olas' (Don´t make waves, 1967), de Alexander Mackendrick. Una corrosiva y muy vital comedia ( o cómo ser ácido con sumo desparpajo), que comienza y termina con dos antológicas secuencias en las que algo se precipita en el vacío. 'Los grandes vendedores no reúnen en el fondo más que una colección de defectos de personalidad, la moralidad de un simio, el encanto de un esquizofrénico, la sensibilidad de un rinoceronte y los escrúpulos de un chantajista'
sábado, 26 de mayo de 2012
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