En Los invasores (49th parallel, 1941), un grupo de soldados alemanes, cuando su submarino es hundido, se encuentra perdido en territorio enemigo, hostil, en Canada, por lo que recorren una larga distancia para alcanzar la frontera con Estados Unidos, aún país neutral entonces. En One of our aircrafts is missing (1942), es un grupo de soldados ingleses, seis tripulantes de un bombardero derribado, quien se encuentra en territorio extraño, en este caso Holanda, ocupada por los alemanes, por lo tanto, hostil en parte, ya que cuentan con la ayuda de los resistentes holandeses. Ambas producciones comparten actor, Eric Portman, el oficial alemán al mando en Los invasores, y segundo piloto aquí, así como montador, David Lean( en la segunda el director de fotografía es, luego también director, Ronald Neame). No ha sido la única ocasión en la que encontramos esa ecuación, con personajes en territorio extraño o en circunstancia anómala definida por la desubicación, en el cine de Michael Powell y Emeric Pressburger. En otros dos casos se añade el componente amoroso. En la notable El espía en negro (1939), un espía alemán, Hardt (Conrad Veidt) realiza su misión en territorio enemigo, Inglaterra, donde encuentra el amor en una agente colaboradora, Frau Tiel (Valerie Hobson), aunque la incursión amorosa se topará con un importante escollo cuando descubra que realmente es una agente enemiga que se hace pasar por quien, a su vez, ya había suplantado a otra mujer. En la estupenda A vida o muerte (1946), un aviador inglés, Peter (David Niven) se encuentra en el Más allá, ya que ha muerto, pero protesta porque le haya tocado su hora cuando justo acababa de conocer al amor de su vida, June (Kim Hunter) , lo que no hubiera ocurrido si el ángel encargado de su ascenso al Cielo no se hubiera demorado, debido a la espesa niebla en el Canal de la Mancha provocó que se extraviara. Y es que también los ángeles se extravían en territorio extraño.
Los invasores relata el proceso de desintegración de ese grupo de soldados alemanes, hasta que el último de ellos, el oficial al mando, es capturado. One of our crafts is missing más bien destaca por resultar un canto a la cohesión y unión, y a la resistencia. Los componentes de la tripulación forman una piña; cuando se encuentran en tierra, tras lanzarse en paracaídas, cinco de ellos no dejan de preocuparse por la suerte del sexto hombre, por si estará vivo o habrá sido capturado. No dejan a un compañero atrás, pero dada la incógnita sobre su circunstancia deberán proseguir la marcha hacia la costa. Del mismo modo, esta estimulante obra es todo un canto a los resistentes holandeses: como dice una de las mujeres que les ayuda, Jo (Googie Whiters), durante siglos han luchado para no ser dominados por el mar, si consiguieron echar al mar de su tierra, ¿dejarán que los alemanes se apoderen de su tierra?: Better the sea (Mejor el mar), apostilla.
Obviamente, ambas producciones son obras realizadas para fortalecer el ánimo de resistencia y de combate en pleno tiempo de guerra. También lo era Jornada desesperada (Desperate journey, 1942), de Raoul Walsh, realizada ese mismo año, que también narraba la odisea en territorio enemigo, Alemania, de los tripulantes de un bombardero abatido. También tienen que cruzar una larga distancia para poder retornar a su hogar. Eso sí, las maneras expresivas son distintas en ambas producciones. La obra de Walsh está realizada con el brío de unos atletas realizando una carrera de obstáculos, dejando huella de su paso, sin importarle, con su estruendo, si despiertan al vecindario. Tal es su ímpetu que se les puede imaginar superando la meta y seguir corriendo como Forrest Gump tras realizar un touchdown. En cambio, en esta cuarta colaboración de Powell (quien aparece fugazmente como oficial de control) y Pressburger, y primera de sus producciones con el logo de The archers, los británicos parece que se mueven de puntillas, con el meñique levantado como si estuvieran tomando el té, y enarcando la ceja para demostrar su perplejidad, incluso cuando les hieren.
Por ello, en One of our aircraft is missing (que pudiera traducirse como uno de nuestros aviones se ha perdido), no se incurren en soflamas patrioteras. Prima el fino trazo de pluma, la vivaz ironía, o esa capacidad de sorprender con una pincelada singular, que hace cambiar el paso y contemplar el paisaje de otro modo, característica del cine de esta pareja, como en las excelentes Sé a dónde voy (1945) o Un cuento de Canterbury. Algo que hace respirar el relato desde su singular inicio, con el avión que llega a la costa inglesa, para estrellarse, sin ninguno de sus tripulantes. O que se refrenda con la secuencia, tras el aterrizaje, en paracaídas, en tierras holandesas, en la que son sorprendidos, encaramados a un árbol, por unos niños holandeses, los cuales les preguntan si han venido a invadirles. Resulta impagable la secuencia en la que realizan ejercicio de enarcamiento de ceja cuando Else (Pamela Brown), profesora, la que mejor sabe inglés en el pueblo, les interroga, con contundencia, para comprobar si de verdad son ingleses o no; el hecho de que encuentren al sexto hombre, al que ya creían irremisiblemente capturado, como jugador en un partido de futbol; o en esa misma secuencia, la táctica que utilizan los habitantes del pueblo frente a la mentalidad cuadrada de los alemanes: cuando les exigen que, dado que superan el número de personas congregadas permitidas, 50 personas deben abandonar el recinto, todos deciden marcharse a la vez, pero como los alemanes son tan cabezas cuadradas, les ordenan que todos permanezcan en el campo. Como en la obra de Walsh, las tensiones se conjugan con el humor, por lo que el relato nunca adquiere una condición siniestra: La socarrona secuencia en la iglesia en la que el organista juega con los acordes del himno holandés (mientras se juega con la tensión de si el oficial alemán que realiza un registro advertirá dónde están escondidos el paracaídas); entre los asistentes a la iglesia están los pilotos: uno de ellos, Frank (Hugh Williams), actor de profesión cuando era civil, se ha disfrazado, con el correspondiente gesto circunspecto, con vestuario característico de mujer holandesa. En una posterior secuencia escucha, y ánima, con entusiasmo a su esposa cuando la escucha cantar en la radio. Como la película, que irradia entusiasmo. El entusiasmo de la línea recta, aunque el recorrido sea sinuoso, hacia la consecución de un propósito
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