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lunes, 7 de enero de 2013

Bestias del sur salvaje

Photobucket Particulas del universo, los latidos de las criaturas vivas. El mundo depende de que las distintas piezas encajen. ¿Qué significan los latidos de los distintos animales: tengo hambre, ganas de hacer caca? Cada criatura tiene su `propio código que cuesta comprender, aunque sean de la misma especie. ¿Por qué mi madre un día nos abandonó a mi padre y a mí y se convirtió en un mito, el del equilibro del mundo, de la vida, ausente, mientras todo parece desmoronarse? ‘Cuando el niño era niño’, las primeras palabras de ‘Cielo sobre Berlín’ (1987), de Wim Wenders, que escribía Damiel, un ángel, ‘la residencia del asombro’. Cuando el niño era niño miraba con la mirada de este prodigio de película, rodada en 16mm y con cuatro duros, ‘Bestias del sur salvaje’ ( Beasts of the southern wild, 2012), de Benh Zeitlin (quien adapta, junto a Lucy Alibar, la obra de un solo acto de ésta, ‘Juicy and delicious’), que hace cuerpo de la mirada de su niña protagonista, de seis años, Hushpuppy (Quvenzhané Wallis), que vive más allá de ese feo mundo de fábricas que expelen humo hacia el cielo y habitado por gente que tiene miedo del agua; ella vive, con su padre, Wink (Dwight Henry, que no era actor, sino panadero), en unas destartaladas casas, en plena naturaleza, rodeada de otras bestias, al otro lado del dique, en un bayou del Missisipi en Louisiana, en una tierra, que puede ser anegada en cualquier momento por las aguas. Golpear a su padre porque la descuida puede tener secuelas a gran escala, como que los hielos del ártico se desmoronen, porque para ella todo está unido, y su vida y el universo están estrechamente entrelazados. Photobucket Photobucket La tormenta se cierne sobre esa zona, es isla ficticia, ‘Isla de Charles Doucet, llamada por sus habitantes ‘La tina’ (The bathtub’). Y de los hielos, por efecto del sobrecalentamiento global (consecuencia de la sinrazón de ese mundo feo, el nuestro, al otro lado del dique, por su emanación de gases tóxicos al cielo) los uros que estaban atrapados en el hielo, desde tiempos prehistóricos, retornarán como una furiosa manada. Si gobernaran ahora los uros, Hushpuppy sería comida para el desayuno, de eso está segura. Los uros van en su busca, como si así el mundo consiguiera equilibrarse, y ella obtuviera la fortaleza suficiente, aquella que asume que te puedes quedar sola del todo, que tu madre se fue, y ahora tu padre inapelablemente va a morir porque su enfermedad parece ya incurable. Estamos en el territorio del mito, ese en el que, cuando evocas a tu madre, recuerdas que era tan guapa que no le hacía falta encender el fuego de la cocina, el agua se ponía a hervir sola. Cuando el niño era niño, y se miran las cosas con la mirada despejada; naturaleza y mito. Hushpuppy vive en su tiempo, y en todos los tiempos (Hushpuppies, literalmente, callacachorros, son unas bolas de pan de maíz típicas en el Sur de Estados Unidos, que los cazadores o pescadores daban, durante las parrilladas o fritadas, a sus perros para acallar a sus cachorros; también los esclavos cuando escapaban se los daban a los perros guardianes para silenciarlos). Photobucket Photobucket Las partículas del universo y los latidos de la vida que intentamos descifrar para sentir que las piezas encajan aunque todo parezca que se desmorona alrededor. Hushpuppy es una heroína de la estirpe de Huckleberry Finn o el Jim Hawkins de ‘La isla del tesoro’, una pirata de bayou que sabe que los monstruos, los uros (que más bien se parecen a su mascota, el cerdo, en versión gigante y con grandes cuernos en el morro), no son enemigos sino ella misma aceptando que los diques de la vida se pueden romper, y que hay que resistir los embates y tormentas de la vida, y continuar con la música, la que hace presencia mientras a tu alrededor las personas que amas, e incluso los paisajes, desaparecen . ‘Bestias del sur salvaje’ es una de esas obras, como ‘The master’ (2012), de Paul Thomas Anderson, que aún te hacen creer que el asombro es posible (ambas además comparten dos bandas sonoras arrebatadoramente bellas, en este caso obra de Dan Romer y el propio Zeitlin ¿será por eso de la musicalidad de una narrativa que engancha ya desde sus primeros compases y no te suelta hasta que finalizan los títulos de crédito? Pocas obras recuerdo en la que la banda sonora esté engarzada de modo tan orgánico). ‘Bestias del sur salvaje’ es otra ‘película lagartija’, una obra que derrocha exultante vitalismo y te propulsa hacia el infinito donde las miradas aún despiertan, se despliegan y estiran. Prodigio es decir poco. Erase una vez una Hushpuppy…. Photobucket

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