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lunes, 22 de octubre de 2012

La nave de los condenados: la sórdida aventura y los koalas

Photobucket Cuatro koalas y dos canguros fueron trasladados para el rodaje de ‘La nave de los condenados’ (Botany bay, 1953), de John Farrow. Un proyecto que ya se planteó producir a inicios de los 40, con Joel McCrea, y que ya estuvo a punto de realiz ar el propio Farrow en 1946, con Ray Milland, pero se pospuso porque el presupuesto se disparaba y no se consideró factible. Pocas obras, dentro del género de aventuras, poseen esta atmósfera tan sórdida y asfixiante; su trabajo cromático, en el que predominan los azules, parece una espesura que envolviera y atrapara a los personajes, como si se hubiera coagulado el aire viciado de sus sentinas. La obra relata el viaje, en 1787, del Charlotte, una nave desde Inglaterra a la colonia penal de Nueva Gales del sur, en Australia, transportando a unos centenares de presos, entre los que se encuentra un estudiante de medicina, Tallant (Alan Ladd). La nave la capitanea Gilbert (de nuevo, extraordinario James Mason), como parece que así fue en realidad. Los cielos parecen permanentemente nublados, como si fuera un cautiverio que sobrepasara los mismos límites de la nave, y los espacios rezuman insalubridad. Su turbiedad incluso supera la de obras previas del género como la también estimable ‘El capitán Kidd’ (1945), de Rowland V Lee, o la excelente ‘El cisne negro’ (1942), de Henry King. Hay secuencias de una crudeza poco habitual; no sólo las habituales secuencias de azotes en cubierta, sino castigos como hacer pasar en un par de ocasiones bajo la quilla a dos hombres; o la muerte de un niño en una celda. Si Alan Ladd convierte la integridad en envaramiento, Mason orquesta la perfidia con la sobriedad del sutil gesto, con la misma desapegada naturalidad con la que mata de un disparo a la madre del niño muerto cuando intenta matarle. Entremedias, con la amoralidad de la superviviente, la protagonista femenina, Sally (Patricia Medina) a la que le atrae Tallant pero sabe cuando le conviene ‘inclinarse’ hacia Gilbert. En la imagen: John Farrow, James Mason, Patricia Medina y dos de los Koalas.

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