La música de Alexandre Desplaz alcanza esas cotas de intensidad evocativa, de fulgores insinuados entre velos, distancias sugestionadoras y miradas elusivas y entrevistas, que la película de Peter Webber 'La joven de la perla' (2003) no esboza sino difusos reflejos en un lienzo ofuscado en su propia impecable caligrafía.
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