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sábado, 19 de enero de 2019

Las 18 mejores series del 2018

En muchas de las más destacadas series emitidas en el 2018 se resaltan, se exploran, nuestras carencias y faltas, nuestras inconsistencias y desenfoques vitales, nuestros desajustes. Somos ficción, personajes que ignoramos que lo somos en un laberinto que es un espejismo (Westworld). Somos prisioneros, haya barrotes visibles o no, y nuestros ofuscados impulsos y nuestras indecisiones pueden tornarse cadenas férreas (Fuga de Dannemora). La realidad, la sociedad (cuyo emblema puede ser una mansión, un pueblo), asemeja a un escenario infectado, maldito, en el que nuestro desajuste evidencia las posibilidades truncadas o desaprovechadas, las torpezas de nuestros pasos en la realidad (La maldición de Hill House, Castle rock). Nuestros desajustes, las faltas que nos lastran, se reflejan en escenarios virtuales, duplicaciones sublimatorias, sustitutivas, fugas en la que contrarrestar lo que no logramos ser ni controlar (Westworld, Maniac) o en realidades paralelas, (Counterpart, Castle rock), en un caso u otro, narrativas alternativas. Duplicaciones y contradicciones, la dificultad de ser, el entrecruzamiento de escenarios, un asesino a sueldo (que se enmascara en identidades de camuflaje) y un actor (que busca encarnar múltiples personajes) en uno mismo (Barry). El espía o el asesino a sueldo se sostiene sobre la escenificación y la duplicación, un universo de apariencias que puede ser juego que bordee la enajenación o escenario que se tambalee como arenas movedizas cuando no resultan tan evidentes las distinciones (Killing Eve, The americans). Cuando se intenta de modo denodado convertir a la realidad en la pantalla que se desea modelar puede determinar el maquillaje de la heridas y el daño que se inflige para mantener esa ilusión cuya materia es más bien el veneno disimulado en la sonrisa (Heridas abiertas). El miedo de convertirse en un desecho cuando se anuncia la vejez y el retiro del escenario principal se conjuga con el desprecio hacia los desechos sociales, aquellos que no logran encontrar su lugar en el escenario laboral, y adquiere el cuerpo siniestro de quien vive aislado en su universo ensimismado que aún no sabe de relaciones emocionales tangibles (Mr Mercedes). Los desajustes del inevitable deterioro de la edad, la degeneración orgánica, mientras el actor que somos aún forcejea por no perder el equilibrio en las vicisitudes de la vida que aún le hacen sentir vivo, útil, efectivo, no ya una figura que meramente debe abandonarse, esperar el cierre de la función (El método Kaminsky). La confrontación con el deterioro también puede implicar la confrontación con la suficiencia, otro tinte, además de aquel con el que se disimula las canas, con el que se cree que se controla y domina la realidad, como si se habitara una mansión aristócratica, en consonancia con las distinguidas cualidades del intelecto (The ABC murders). El escenario político también ha sido diseccionado en sus inconsistencias y corrupciones, desde diversos ángulos, en algunos casos con inspiración en sucesos reales, como Un escándalo muy inglés, o la exploración de las negligencias de las agencias gubernamentales, enmarañadas en la falta de colaboración y soberbias varias, en The looming tower. En otras, abstracciones que evidencian la supurante perfidia que define a los actores de ese escenario en el que lidian estrategias y mezquindades, como en House of cards o Bodyguard. No importan qué posición adopten, o a qué facción representen, unos y otros, no hay diferencias en sus modos y actitudes. Es la naturaleza de la bestia que somos, explorada en esa abstracción que hiere como el hielo que domina el escenario de The terror: La siniestra sombra del canibal que podemos ser (que no necesita de carne visible).
18. Un escándalo muy inglés
17. Counterpart
16. House of cards
15. Heridas abiertas
14. The americans
13.The ABC murders
12. Killing Eve
11. Barry
10. Bodyguard
9. The looming tower
8. Fuga de Dannemora
7. Mr. Mercedes
6. El método Kominsky
5. Castle rock
4. La maldición de Hill house
3. The terror
2. Maniac
1. Westworld. Más allá de las cualidades del conjunto, hay capítulos específicos que merecen ser destacados. El capítulo séptimo de Castle rock (dirigido por Greg Yaitantes), que alterna tiempos, y ofrece otras perspectivas sobre acontecimientos; la realidad, una multiplicidad de ángulos, realidades posibles, que pudieron ser, o que pudieron ser de otro modo, la realidad es la misma y otra cuando se observa desde otra perspectiva; todo depende del ángulo. El capítulo quinto de Fuga de Dannemora (dirigido por Ben Stiller como los otros seis capítulos que conforman la miniserie), centrado en la fuga de los dos reclusos que encarnan Benicio del Toro y Paul Dano (una interesante ocurrencia estructural: el sexto episodio vuelve atrás en el tiempo y relata las circunstancias, los sucesos, que determinaron la reclusión de ambos). El sexto capítulo de La maldición de Hill House (dirigido por Mike Flannagan como el resto de la serie), en el que a través de elaborados movimientos de cámaras asocia, vincula, el espacio de la muerte, la funeraria, con el escenario que marcó el desajuste vital en los hijos, la mansión. El décimo y último capítulo de The Terror (dirigido por Tim Mielants), vaciado que es a la vez despojamiento, en la confrontación de unos personajes con la intemperie de la inmensidad de la naturaleza inhóspita, pero también consigo mismos, con su resistencia, con sus límites, con su capacidad de ser dominado por los instintos, o por la enajenación. Y el octavo capítulo de Westworld (dirigido por Uta Briesewitz), la confrontación con un laberinto que es un simulacro, con un sentido que es una ilusión.

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