Para contrarrestar el inane ombliguismo de cineastas como Von Trier o Guadagnino, con La casa que construyó Jack y Suspiria, o la forzada provocación de Lanthimos, con La favorita, siempre habría cineastas como Shyamalan. Qué magistral, aguda, incisiva, constructiva, conmovedora y armónica es Glass. Hay cineastas que, efectivamente, hacen sentir que lo posible es posible. ( y esta sublime composición es su más elocuente expresión)
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