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domingo, 21 de octubre de 2012
El nacimiento de un plano: Tarkovski, Solonitsyn: El espejo
En una de las secuencias iniciales de 'El espejo' (Zerkalo, 1975), se produce uno de los planos más 'mágicos' (aunque hasta este adjetivo es insuficiente) del cine de Andrei Tarkovski, y que clausura una cautivadora secuencia, el encuentro entre la madre (Margarita Therekova), que espera sentada en una valla, y un doctor (Anatoli Solonitsin), que se ha perdido por esos parajes. En un momento dado se sienta también en la valla, y ambos caen al suelo al quebrarse la madera. El doctor ríe. El diálogo a continuación condensa la quintaesencia de la mirada de Tarkovski:
Doctor: Me he caído, y veo cosas...raíces, arbustos...¿Nunca le pareció que las plantas sienten, meditan, que hasta entienden los árboles, este avellano...?
María: Es un aliso
Doctor: Qué importa. No corren a ningún lado. Nosotros corremos, azorados. Decimos cosas banales. Es porque no creemos en la naturaleza que llevamos dentro. Todos es prisa, desconfianza, falta de tiempo para pensar.
El doctor se despide, y se aleja, cruzando el prado. Un súbita ráfaga de viento (provocada en rodaje por un helicoptero) hace 'acto de aparición', como si fuera'esa naturaleza que podemos llevar dentro, que lleva dentro el doctor (que acompasado a la ráfaga se detiene, y mira hacia atrás, 'hacia nosotros'), que llevaba Tarkovski en su interior, y que quiso compartir, intentar despertar, despejar nuestra mirada, con la luz de su naturaleza despierta, despejada.
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