Caravana de paz (Wagon master, 1950) fue un de los proyectos que John Ford puso en marcha con la productora que fundó junto a Merian C Cooper, Argosy Pictures, desde 1947, con El fugitivo (1947) hasta su colapso en 1953 por el fracaso de The sun shines bright (1953). Fueron producciones que controlaba sin intromisiones de Estudios, como fue el caso de Fort Apache (1948), Tres padrinos (1948) o La legión invencible (1949). Caravana de paz supuso el primer protagonista para Ben Johnson, a quien tras años dedicado a la labor de especialista, Ford le ofrecería papeles secundarios en Tres padrinos y La legión invencible, posibilitando su primer protagonista en una producción de Argosy, Mighty Joe Young (1949), de Ernest B Schoedsack. Caravana de paz partió de una idea del propio Ford tras enterarse, durante el rodaje de La legión invencible, de la expedición mormona Hole in the rock, entre 1789 y 1880. Propuso a su hijo Patrick y a un frecuente colaborador, desde 1948, Frank S. Nugent, que desarrollaran su idea. Sorprendente es el abrupto inicio de Caravana de paz. Una sobreimpresión de unos pasquines de Se busca sobre la imagen de uno de los cinco componentes de la banda-familia de los Cleggs, cual variante de los Clanton de Pasión de los fuertes (1946), del mismo Ford, en el momento de realizar el atraco a un banco. Tras una acción que demuestra la inclemente crueldad de su líder, Uncle Shiloh (Charles Kemper), aparecen los títulos de crédito (no era usual en aquellos tiempos comenzar una obra con una secuencia previa a los títulos de crédito). Esa amenaza gravitará sobre las imágenes posteriores, definidas por la distensión y la luminosidad, por el desapego vital y un radiante espíritu solidario, en especial a través de gestos y acciones. Ya manifiesto en la posterior presentación de los dos amigos protagonistas, Travis (Ben Johnson) y Sandy (Harry Carey), que regresan a la civilización para vender los caballos que han capturado en las tierras salvajes de los Navajos, con esa conversación en la que Sandy intenta calcular infructuosamente el dinero que van a ganar, siendo corregido cálidamente por Travis. O en el encuentro con Wiggs (Ward Bond), que comanda la caravana de mormones. Durante la conversación negocian la venta de caballos. Contrasta la actitud relajada de Travis (cortando con su cuchillo un trozo de madera) y la intemperancia de Briggs, quien también les propone que les guíen, como jefes de carretas (wagon masters) hasta la tierra donde quieren asentarse, precisamente de donde vienen Travis y Sandy.
La armonía preside la narración, puntuada por excéntricos detalles, característicos de Ford, como la mujer, la hermana Ledeyard (interpretada por Jane Darwell, la madre de Las uvas de la ira, 1940), que toca el cuerno, un tanto desafinadamente, para poner en movimiento la caravana, o el encuentro con la caravana del doctor Locksley (Alan Mowbray, el actor que recitaba a Shakespeare ante la horda de los Clanton en Pasión de los fuertes), varados en mitad del desierto porque se quedaron sin agua, y sin mula ( ya que desapareció encabritada tras darle whisky), y completamente borrachos. Antológica la presentación de los componentes de esta troupe formada por tres, en la que destaca Denver (Joanne Dru), con quien, a lo largo de la narración, Travis establecerá un proceso de atracción y cortejo, con sus vaivenes, ante todo definido por los gestos y las miradas. Frente a los representantes de la pureza y corrección moral (aunque Perkins, Russell Simpson, reprenda con frecuencia la tendencia de Wiggs a los juramentos), la troupe del doctor es la de la embriaguez y la picaresca (Locksley es una especie de farsante curandero). En el cine de Ford la primera no es nada sin la segunda, o sin ella conduce a la hipocresía y la inflexibilidad, tan terrible como la salvaje brutalidad de los Cleggs, que se unirán a la caravana.
Sin duda, el salvajismo a temer no es el de los indios, con quienes compartirán una pacífica noche de bailes en su poblado, sino el de unos supuestos civilizados, los Cleggs, quienes se unirán a la caravana por conveniencia (Clegg tiene aún en su brazo la bala disparada por el cajero del banco a quien luego mató a sangre fría). El primer conflicto acontecerá cuando uno de los Cleggs, Jesse (Mickey Simpson), intente forzar a una india, lo que determinará que Wiggs ordene que lo azoten como castigo para no soliviantar a los indios. Resulta particularmente admirable la serie de primeros planos de los rostros en el enfrentamiento entre los Cleggs y Briggs, Travis y Sandy: un auténtico duelo de miradas, contrapunteados por los de los indios. Para asentarse en un territorio virgen, en un entorno natural, salvaje, y establecer un espíritu civilizado definido por la conciliación y la solidaridad ( un espacio casi mítico) se hace necesario extirpar el salvajismo definido por la depredación y la crueldad, por la imposición de la voluntad. Pese a que ayudaran a Shiloh, extrayéndole una bala de su hombro, y les suministraran comida, los Cleggs no dudarán en pretender sustraerles su fundamental sustento, el cual es a la vez posibilidad de futuro, el grano para cultivar. Será el detonante del definitivo enfrentamiento violento, tras el cual Wiggs señalará a Travis que pensaba que no mataba humanos, y Travis responde que así es, solo a serpientes. Aunque, curiosamente, la intervención de los Cleggs, cuando se apoderan de la caravana, determinará que Denver no se marche, pese a que Travis le había propuesto que fuera su pareja, hecho que posibilitará que puedan afianzar su relación. Ford plasma a través de su fluida narración, como la del movimiento de la caravana, cómo se realiza una progresiva integración con el paisaje, con el entorno, como si desplazamiento y residencia se conjugaran. En el cine de Ford todo reside en el entre.
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