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martes, 14 de mayo de 2019

Sombra

El teatro del poder y la muerte. Esto es una partida de ajedrez, pero ¿quiénes son los peones?, expone, en cierta secuencia de Sombra (2018), de Zhang Yimou, el rey Peiliang (Zheng Kai) a su hermana, la princesa Quingping (Guan Xiaotong). Ella se siente utilizada en uno de sus movimientos de ajedrez que no deja de ser táctica como cortina de humo, por eso, con rabia, le pregunta cuál es la verdadera táctica, esa que esconde bajo las mangas, en las sombras de urdimbres. Apariencias, manipulaciones, estrategias y simulaciones. En la secuencia inicial el conflicto fundamental parece el que se crea entre el rey y su comandante Ziyu (Deng Chao), por cuanto este ha retado en duelo al comandante del reino Yan,Yang Cang (Leo Wu), con el que perdió en anterior combate. El rey no está de acuerdo porque prefiere mantener la paz establecida entre ambos reinos, aunque supusiera la pérdida de la ciudad de Peing, que provocar una nueva guerra, y como declaración podría considerarse la propuesta de ese desafío. Pero este conflicto no deja de ser una cortina de humo, como la primera capa de una muñeca rusa, porque las intenciones de uno u otro son otras. Lo que se dice tiene poco que ver con lo que realmente se quiere, con la intención oculta. De hecho, hasta hay quien no es quien dice ser. De ahí, también, y sobre todo, el título de Sombra. Quien actúa como el comandante no es sino su sombra, ya que el auténtico comandante, que quedó malherido en el citado combate, sufre una enfermedad que le imposibilita entablar de nuevo un combate con Yang Cang, con lo que utiliza, como peón, a su sombra, Jingzhou (interpretado también por Deng Chao), a quien lo ha sido desde niño, cuando fue encontrado en las calles, y preparado para ejercer de sustituto cuando la circunstancia lo requiriera. Por eso, en la primera secuencia, la insistencia del rey en que el comandante y su esposa Xiao Ai (Sun Li) toquen las cítaras como solían hacer, y la renuencia de la sombra a hacerlo. La narración será, por tanto, un desvelamiento progresivo de tácticas ocultas en otras tácticas, e intenciones tras otras aparentes intenciones. Y la noción como partida de ajedrez también se amplia al escenario sentimental.
Jingzhou y Ziyu están inspirados en una figura legendaria del siglo II, Zhou Yu (175-210), estratega y general, al que, durante los últimos años del dominio de la dinastía Han, se atribuye las victorias de la batalla del Acantilado rojo, que inspiraría Acantilado rojo (2008), de John Woo, o la batalla de Jiangling, decisivas para que consiguiera el trono Sun Quan (en quien está inspirado Peiliang), aunque Zhou Yu muriera antes de que se coronara, y de que se instaurara la era de los Tres reinos, circunstancia ya establecida en el relato de Sombra. Aunque no es su pretensión el registro realista. De hecho, se especula, incluso, con la posibilidad de que el tal Zhou Yu no existiera y fuera inventado por escritores siglos después, ya que, incluso, no se le nombra en la obra El romance de los Tres reinos, escrita por Luo Guanzhong en el siglo XIV. Sombra se constituye en una obra más cercana a los mitos y leyendas, con componentes que pertenecieran a otros tiempos, los actuales, o en ocasiones de índole fantástica: los paraguas de acero que sirven de escudo mientras se deslizan por calles cual toboganes, y cuyas hojas se pueden lanzar como cuchillas; las bombonas de oxigeno que usan para respirar. Incluso, hay conductas o relaciones que pueden tener que ver más con nuestro tiempo, en concreto, los personajes femeninos, a quienes se prohibía entonces la intervención en cuestiones políticas so pena de ser ejecutadas. Es un escenario legendario en el que las relaciones, en general, se definen por su entraña escénica. Un espacio de representación en el que resulta difícil discernir si cada uno es como o quien dice ser, o sus intenciones son las que expresa, o pertenece a tal bando o apoya a quien dice apoyar.
Los escenarios, naturales o artificiales, se acompasan a esa capciosa y escarpada realidad: las angostas gargantas de piedra entre las que se encuentran los diversos palacios o las diferentes fortalezas; los estrechos pasadizos ocultos; las superficies en las que se dibujan los trazos del tablero de juego, en el que se ensayan los combates el comandante Ziyu con su sombra, con la esposa como testigo pero también participante en su particular tablero sentimental; los estandartes con los versos que abogan por la paz en el salón del rey. La lluvia cerrada domina los exteriores, los combates y enfrentamientos bélicos, como una espesura de plomo acorde a esa realidad escurridiza y difusa de actitudes aviesas. El excelente trabajo de dirección fotográfica, de Zhao Xioading, privilegia las tonalidades lívidas o sustraídas, priman los negros y blancos, en correspondencia con la lid de la luz y la oscuridad, el ying y el yang, como un equilibrio imposible de afinar. Las composiciones recrean los grabados de aguafuerte. Las emociones parecen diluirse, empantanarse, en la gelidez de un escenario en el que domina la muerte, ya no sólo por la facilidad con que la violencia se desenfunda para eliminar al rival o al que simplemente contraría, sino porque la muerte parece regir las actitudes de quienes, principalmente, disfrutan con sus urdimbres en las sombras.

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