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miércoles, 27 de agosto de 2014
Fuego en las calles
Hay quienes piensan lo que deben creer, hay quienes sienten lo que creen. Al primer caso pertenece Jacko (John Mills), un concienciado sindicalista que lucha porque Gomez (Earl Gomez) no sea rechazado como capataz de su empresa por ser de raza negra, como siempre ha luchado contra cualquier discriminación por la condición que fuera. Pero cuando su hija Kathy (Sylvia Miles) comparte que ama a un hombre de raza, Peter (Johnny Sekka), no reaccionará del mismo modo. No es lo mismo la mente abierta en la distancia que en la proximidad donde lo diferente se combina y mezcla con lo que se considera propio. El pensamiento puede funcionar en plano general, pero el sentimiento es siempre colisión en primer plano. Jacko no se considera racista pero escuda los argumentos, con los que quiere disuadir a su hija, en la pragmática de que serán infelices porque la sociedad aún no acepta los matrimonios mixtos. Su hija sí siente lo que cree, y está decidida a enfrentarse a cualquier oposición o rechazo, o perspectiva de un futuro rebosante de contrariedades, como le confiesa la esposa de Gomez, Judy (Ann Lynn), también de raza blanca, cuando le expone lo difícil que será conseguir trabajos que eran fáciles de lograr siendo soltera cuando sepan que es esposa de un negro. La frase inicial se la suelta Peter a Jacko en su primer enfrentamiento. Es una de esas frases que se podría calificar como de 'Toma,directo a la boca'. La frase que suelta quien está dispuesto a luchar por lo que siente, por transformar unos anquilosados cimientos que necesitan ya arder para construir unos nuevos, una nueva mirada. Antecedente de la mucho más popular, y discreta, 'Adivina quién viene esta noche' (1966), de Stanley Kramer, la sugerente 'Fuego en las calles' (Flame in the streets, 1961), de Roy Ward Baker, con un notable uso del formato panorámico, se hace eco del acrecentamiento de la tensión racial en el país.
Entre finales de agosto y principios de septiembre de 1958 se habían producido los disturbios de enfrentamientos raciales en Notting Hill, en los que predominaron lo asaltos de 'Teddy boys' a hindúes. La condena de seis jóvenes blancos a cinco años de cárcel fue toda una lección ejemplar que transformó, como impulso concienciador, a la sociedad. En 1959 se estrenó la también sugerente 'Crímen al atardecer' de Basil Dearden, alrededor e la investigación policíaca sobre el asesinato de una chica negra que se había esforzado en aparentar ser blanca. La obra de teatro en que se basa 'Fuego en las calles', 'Hot summer night' se estrenó en septiembre de 1958, convirtiéndose en un éxito. Un año después se realizó una adaptación televisiva. Para la adaptación cinematográfica el autor, Ted Willis, realizó algunos cambios. El más revelador el cambio de la noche en la que transcurre la acción, la cual tiene lugar ahora en la noche de Guy Fowkes, en la que la ciudad se llena de hogueras para conmemorar el fracaso del intento de dinamitar el Parlamento brítánico. La aceptación de otras razas como iguales no dejan de ser parangonable como intento de dinamitar una rigida estructuración social ( y mental), y esa misma noche el hogar de Jacko recibirá su particular descarga de explosivo.
Baker es más conocido por las obras inscritas en el género de terror que predominaron en la última etapa de su carrera, en las décadas de los sesenta y setenta, durante su relación con productoras como la Hammer o Amicus, entre las que destaca la magnífica '¿Qué sucedió entonces? (1967). Pero previamente había realizado, en otros géneros, obras tan estimulantes como 'El único evadido' (1957), una obra centrada en acciones, los intentos de fuga del protagonista, un militar alemán, a la inversa que ésta, ante todo centrada en las confrontaciones verbales (aunque a diferencia de en la obra teatral, haya un enfrentamiento violento en las secuencias finales que retrotraen a los citados de Notting Hill, cuando llamas físicas e internas coinciden). O 'Salida al amanecer' (1950), protagonizada también por John Mills, al mando de un submarino que queda embarrancado en el fondo del océano, en la los enfrentamientos surgirán por la diferente manera de resistir la situación extrema y la incertidumbre de su salvamento. En la obra teatral y la adaptación cinematográfica destaca, lo que evita que caiga en lo panfletario, la decisión de centrarse en un personaje intermedio, como Jacko. Es alguien que siempre ha intentado conciliar diferencias, con toda la buena voluntad del mundo. Alguien que ha pugnado por conseguir que se establezcan consensos, alguien siempre entre medio de confrontaciones,alguien que intenta aportar una visión razonable que eluda extremismos y estigmatizaciones. Alguien, por ello, que ha vivido entre superficies, desde luego no percatándose de lo que ocurría en su hogar, porque no vivía muy en contacto con su propia intimidad. De ahí su sorpresa por la virulenta reacción xenófoba de su esposa, Nell (Brenda De Banzie), para quien el hecho de que su hija se case con un negro es directamente una vergüenza y una ignominia, una 'mancha' (pensar en un nieto negro es algo que suscita directamente algo cercano a la nausea).
Además, Jacko tomará consciencia de una serie de reproches que se han ido acumulando durante veinticinco años de matrimonio por parte de una mujer que se sentía ante todo un mueble, ignorada, ausente en su atención y mirada. Jacko no ha sido consciente durante todos esos años de cuáles eran los deseos y las necesidades de su esposa, como si fueran una extensión de las propias. Nunca le ha negado nada, como le dice, pero nunca se ha preocupado de saber lo que realmente quería. Jacko se encuentra en medio del fuego cruzado entre madre e hija. Busca el consenso, pero a la vez piensa que debe complacer a su esposa por primera vez, rectificar los errores que ha cometido con ella durante tantos años, lo cuál desequilibra su discernimiento. Busca el bien de su esposa y de su hija, pero en esta ocasión no hay un punto intermedio que pueda servir de templado, y conveniente, apoyo. Cuando hay fuego, es inevitable quemarse, como hay que tomar posiciones. O lo apagas o lo avivas para que lo que era amenaza se convierta en fuego del hogar.
Roy Ward Baker, Sylvia Sims y Ted Willis, durante el rodaje.
Y un fragmento de la banda sonora compuesta por Philip Green
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